ABC (Sevilla)

Los últimos regateador­es

- IVÁN MARTÍN

apuntaba a drama, el relevo generacion­al, se convirtió en un tobogán de agua gracias a su repentino salto, continuado y mantenido en el tiempo en estos dos años con Ancelotti.

De ahí, la sorpresa en los últimos partidos. Eder ha pasado de ser una baja crucial ante el City, en una especie de alivio. Su mejor versión era una garantía, el escudo más fiable ante esa bestia que es Haaland, pero ahora su ausencia se mira con media sonrisa. En Girona y San Sebastián ha cometido errores groseros que han costado goles, pero no ha sido solo eso. Desde Stamford Bridge, su jerarquía se ha evaporado. Su carácter pesimista fue el interrupto­r que necesitaba para encender unas cualidades ideales: potente en el juego aéreo, veloz, corpulento, buen pie y goles a balón parado. ¿Qué más se le puede pedir a un defensa del Real Madrid?

¿Qué le pasa entonces a Militao? En el club entienden que se trata de un bache, sin más, aunque reconocen que no es el momento adecuado de la temporada para llenar la cabeza de pajaritos. Ancelotti tampoco va a ir más allá del público tirón de orejas de Anoeta. Su ruidosa separación con Karoline Lima, la madre de su hija Cecilia, nacida en julio, y que lo acusa de infidelida­d, le ha hecho pasarlo mal. La reciente e inesperada aparición pública de la ‘tiktoker’ brasileña Cassia Lourenço, su nueva pareja, tampoco le ha traído suerte. Circunstan­cias personales que no suman para el rendimient­o profesiona­l. Es el viaje al pasado de Eder Militao.

Como de casi todo en esta vida, uno se engancha poderosame­nte al fútbol por las cosas bellas que hay en él. Luego son las derrotas, los sufrimient­os, los descensos o los lamentos en camaraderí­a los que cosen el amor a unos colores, pero en primera instancia el niño queda fascinado con los goles inverosími­les, las remontadas, los estadios que estallan en júbilo e, ineludible­mente, con los regateador­es: esos hombres comúnmente pequeñitos y escurridiz­os que hacen del engaño un arte, que tiran al suelo a sus rivales sin tocarlos y levantan al personal de la butaca. Siempre fueron pocos; es obvio, para mentir con una pelota en los pies hace falta mucho talento, pero la deriva del fútbol actual –físico, uniforme y previsible– cada vez deja menos espacio para los desordenad­os.

La falta de creativida­d es notoria, pero aún el fútbol español posee un pequeño puñado de esos chicos por los que merece la pena pagar una entrada. Es más, esta noche, en la final de la Copa del Rey, dos de los principale­s estandarte­s del regate en Primera se ven las caras. Son Vinicius Junior y Ez Abde, las llaves de Real Madrid y Osasuna para desarmar la defensa rival sin posesiones horizontal­es ni pases de seguridad: como antaño, mediante el uso del uno contra uno.

«Nunca pasabas inadvertid­o. Jamás se me olvidarán los silencios de los estadios rivales cuando cogía la pelota; ese murmullo, ese runrún me encantaba, me hacía mejor futbolista», comentaba Onésimo hace un tiempo a este diario. El ex del Barcelona, Sevilla o Rayo Vallecano fue un icónico extremo que, como ocurrirá con los dos protagonis­tas de esta historia, es aún recordado por la amplia mayoría de la afición española por su condición regateador­a. Pero, si son tan especiales y tan determinan­tes, ¿por qué este tipo de jugadores son cada vez menos comunes? Quizá la respuesta esté en la calle.

Por supuesto, tanto el exfutbolis­ta vallisolet­ano como Vinicius y Abde tienen un nexo común. La

En un fútbol español donde el arte del engaño tiende hacia la desaparici­ón, dos de sus estandarte­s, Vinicius y Abde, se ven las caras esta noche sobre el césped de La Cartuja

Carlo Ancelotti «Me juego una final de Copa y una semifinal de Champions en once días. No me juego mi vida»

Jagoba Arrasate «Para ganar necesitamo­s más de once jugadores. Le haremos al Madrid un partido incómodo»

respuesta está en las hora de fútbol en la vía pública con los amigos. Esquivando árboles, bancos, ancianas, fintando en un metro cuadro para ganar una mínima ventaja.

Asimismo, Vinicius, al igual que la leyenda de la Ponferradi­na Yuri, que reconoció a este diario el año pasado que en su niñez aprendió muchísimo en el fútbol sala «porque los regates cortitos y veloces son los que hacen la diferencia», alimentó su talento trilero en el fútbol cinco. De ahí nace su inherente afán por pisar la bola o sus continuas fintas en los desmarques cortos.

Más curioso aún es el caso del extremo del Barcelona que brilla en su cesión en Pamplona. Abde, marroquí de nacimiento, llegó al barrio ilicitano de Carrús con siete años. Allí jugó de sol a sol a pelota, pero con una particular­idad: en las calles del barrio ponía a prueba la inspiració­n que hallaba en Youtube. Como él mismo relató a Movistar+, el extremo de Osasuna pedía 50 céntimos a su padre –o se los quitaba cuando no los obtenía– y se iba al locutorio de abajo de casa para ver y ver regates de Neymar, aprendérse­los y luego tratar de reproducir­los.

Sea o no culpa indirecta del jugador del PSG, y con el permiso de Rodrygo, Abde es junto a Viniciuis una pesadilla para los laterales rivales. Ambos son capaces de salir del regate por ambos costados, tienen el don de la frenada, la finta natural... En definitiva, tanto la incipiente alegría de Osasuna como la ya consagrada estrella del Real Madrid poseen una amplia amalgama de recursos para generar la incertidum­bre en sus defensores.

La cantera, un problema

Uno de los principale­s males en la lenta enfermedad que sufre el regate reside en numerosas escuelas de fútbol formativo; en especial, en las canteras de los clubes profesiona­les. Allí, por norma general, se asedia al chico a conceptos tácticos; se le induce, en definitiva, a una simulación del fútbol de élite que puede llegar a acotar su creativida­d. En este sentido, como relató Rubén Rossi, autor de ‘Con el fútbol no se juega’ (Dedalo) y exitoso formador de jugadores en Suramérica, a este diario: «Para un club argentino, traigo un chico del interior del país y lo elijo porque es un gran gambeteado­r. Se lo doy al técnico del equipo infantil y lo primero que le dice es ‘acá se juega a un toque’ . Yo traje a la orquesta a un gran violinista, usted le da una trompeta y a fin de año le echamos porque decimos que es un mal músico, ¿no será un problema nuestro?». Los niños ya no pasan el día en la calle como antes y el fútbol parece que se ha convertido en algo demasiado serio para los adultos. Por tanto, es normal que la aparición de nuevos regateador­es tienda a la baja. Sin embargo, esta noche, Sevilla disfrutará de un duelo de artistas. Sin duda, en el constante desequilib­rio de Vinicius y Abde puede estar la clave de la final de la Copa del Rey.

 ?? ??
 ?? ?? Vallas de Bildu animando al Osasuna junto al estadio // RAÚL DOBLADO
Vallas de Bildu animando al Osasuna junto al estadio // RAÚL DOBLADO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain