Golpe en la mesa de roble vizcaíno

LÍNEA DE FONDO

Nada está hecho aún. Entre rivales por plaza europea y otros desesperados, su partido con el contrario más relajado puede ser el del derbi

No se le olvidará en mucho tiempo al Athletic de Bilbao la primavera sevillana del 2023. Si el jueves de Feria el Sevilla le plantó tres farolillos en San Mamés con su triunfo en el último minuto, otro jueves, este del florido mayo, vio como el Real Betis destrozaba sus ilusiones de rebasarlo en la tabla, de la que se aleja ya a cinco puntos. Fue con un gol de Willian José, que no tuvo mejor ocasión para resucitar desde que se estrenara en Elche, allá por febrero.

Fue el bético un golpe en la mesa de madera de roble bilbaína cuando más se estaba cuestionando el rendimiento del plantel. Venían los verdiblancos de firmar 12 puntos de 30 posibles, cuyas consecuencias se reflejaban en la clasificación: se alejaba el objetivo de la plaza Champions y le acechaban cada vez más cerca los rivales para las de la Liga Europea. Si cundió el pesimismo en al afición, no se reflejó en el banquillo, donde Pellegrini mantuvo siempre, y en Bilbao los hechos lo avalaron una vez más, que el equipo competía en todas las jornadas aunque no le llegara para sumar lo suficiente.

Lo hizo, además, con la corriente arbitral en contra. Resulta difícil no volverse conspiranoico comprobando como te expulsan a un jugador, Canales, por hacer una falta a 30 metros de la portería y con un compañero al cruce y te dejan a un rival en el campo, tras derribar a Ayoze al borde del área y siendo el último hombre. Y más aún que Ortiz Arias, el madrileño que ya la formara en Villarreal, tuviera que irse al monitor para cerciorarse de lo que habían visto hasta en el más remoto caserío vasco: que Vivian merecía la rojísima dos veces, no una, por manifiesta ocasión de gol de Borja Iglesias y por amenazar su tobillo con una entrada de tipificación penal.

Nada está hecho aún, que el calendario le provee de emociones fuertes de aquí al final de temporada. Cómo será la cosa que entre rivales por una plaza europea y otros con el agua en la comisura de los labios, su partido con el contrario más relajado puede ser el del derbi. ¡Madre mía!