Nadal, baja en Roma, se queda sin paradas hacia París
Anuncia Rafael Nadal que tampoco acudirá a Roma, y se amplía su baja en este 2023 que ya acumula 107 días y seis torneos sin su presencia: Indian Wells, Miami, Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma. «Todos sabéis cuánto me duele perderme otro de los torneos que han marcado mi carrera profesional y personal por todo el cariño y apoyo de los tifosi italianos», señala. Incluye la buena noticia de que ha notado cierta mejoría en los últimos días y que esta ausencia se debe a los plazos de readaptación. Pero se mira con suspense el calendario porque no quedan más paradas hasta París, la meta de las metas. Sin un sólo partido desde 18 de enero, asume el balear un reto que nunca ha vivido: ir directo a Roland Garros.
ción de rotura. Y ante Alcaraz no es cualquier cosa. No obstante, el español ya no es siempre divertido, ya es siempre resolutivo. Cierra su saque y acelera. Como ante Khachanov le bastan dos puntadas: una dejada y una derecha. ‘Break’. Coric, como todos, aguanta lo que le deja Alcaraz.
Es verdad que el croata sigue ahí un rato más, valiente y con orgullo. A pesar de perder el primer set, reñido, una hora para diez juegos. Incluso perdido el primer turno de saque en el segundo, que recupera a la siguiente. Pero Alcaraz es otra cosa. Un reto superior. «Ha sido duro. Sabíamos que iba a ser una batalla. Es un gran jugador», analiza. Más serio que nunca, más entregado que nunca, más crecido que nunca, 20 años de un tenista completo. Que hace y deshace a su antojo.
Coric también se pensó que recuperando el ‘break’ en el segundo set todo volvería a igualarse. Pero ya era otro Alcaraz. Un nivel más revolucionado. A Coric le faltan piernas para llegar a las dejadas que antes llegaba y el murciano encuentra su sitio para clavar el puñal de la derecha. Con ella toma el control y acelera. Una hora el primer set, 40 minutos el segundo. La derecha dirige, la cabeza domina, el rival se inclina. Otro más. Alcaraz ya tiene hasta tradición: soplar velas en la Caja Mágica y regalarse otro triunfo, veinte consecutivos en España. «No tengo la sensación de que vaya rápido. Es mi cuarta final de Masters 1.000, tengo un Grand Slam, peleo por mi décimo título. He trabajado mucho para estar aquí porque esto era lo que quería». Y solo tiene veinte años.