ABC (Sevilla)

Cunningham, un rebelde del soul en el césped del Bernabéu

▸ El libro ‘Different class’ recupera la historia del malogrado futbolista, icono pop y primer jugador inglés en jugar en el Real Madrid

- DAVID MORÁN

No regateaba, bailaba, así que, como diría Michael Jackson, échenle la culpa al ‘ boogie’. O, ya que estamos, al funk. «Se puede sentir la música, palpitando al ritmo de su mente, sentir el breve roce de la pelota contra su pecho, su rodilla, su pie», escribió uno de los primeros periodista­s que vio en acción a Laurie Cunningham. La perla negra, lo bautizaron. El primer futbolista negro en representa­r a Inglaterra de forma profesiona­l. El primer jugador inglés que fichaba por el Real Madrid. Y, más importante aún, uno de los pocos, por no decir el único, que puso en pie al Camp Nou vistiendo de blanco. Ocurrió el 10 de febrero de 1980, cuando un espigado y atlético veinteañer­o se convirtió en la peor pesadilla de Zuvíria, Migueli y Olmo. «Cunningham hizo en el Camp Nou el encuentro de su vida», podía leerse en la crónica del partido publicada en ABC el 12 de febrero de aquel año.

Laurie Cunningham, por el que el Real Madrid pagó la entonces asombrosa cantidad de 110 millones de pesetas, llegó al Santiago Bernabéu en 1979, maravilló en 1980 y en 1983 ya había agotado sus reservas de magia. Una estrella fugaz con alma de icono de pop que dejó huella dentro y fuera del terreno de juego. Así lo recuerda el periodista británico Dermot Kavanagh en ‘Different Class’, biografía que la editorial Colectivo Bruxista acaba de publicar en castellano y que repasa la asombrosa vida de un dandi apasionado del soul y el funk. Un bailarín con botas de fútbol que, además de plantar cara al racismo y deslumbrar con su juego de piernas, hizo de la música y la moda sus razones de ser.

Nacido en Londres en 1956 en una familia de origen jamaicano, Cunningham empezó a despuntar siendo poco más que un crío en el Highgate North Hill, fichó por el Leyton Orient tras ser rechazado por el Arsenal y llegó a las grandes ligas de la mano del West Bromwich Albion. En 1977, recién entrado en la veintena y convocado por la selección inglesa sub-21, se convirtió en el primer futbolista negro en vestir la camiseta nacional. A esas alturas, mientras recorría la banda y castigaba a los laterales del Valencia, el extremo ya hacía malabarism­os con su doble vida: futbolista de día, ‘soulboy’ de noche. «La historia de la cultura juvenil británica suele pasar por alto a los ‘soulboys’ negros, pero a mediados de los años setenta eran ellos quienes estaban a la vanguardia de la música y la moda», recuerda Kavanagh. Trajes de los años 40, polos Fred Perry y toneladas de soul y funk americano de importació­n.

En Madrid, y a pesar de algunas actuacione­s memorables, Cunningham tuvo que lidiar con el racismo y las lesiones hasta que el central bético Francisco Bizcocho le hizo trizas un pie y un fotógrafo lo cazó bailando con la escayola en Pachá. Fue el principio del fin: los hinchas le retiraron el saludo y el Madrid se lo quitó de encima poco después. En sólo seis años, el futbolista pasaría sin pena ni gloria por el Sporting de Gijón, el Olympique de Marsella, el Leicester City, el Manchester United y el Rayo Vallecano, club con el que estaba negociando su renovación en 1989 cuando su coche se estampó contra una farola en la carretera de La Coruña. Tenía 33 años y un juego de pies exquisito tanto en el campo de juego como en la pista de baile.

Doble vida Era futbolista de día y ‘soulboy’ de noche, una figura a la vanguardia de la música y la moda de los años setenta

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 ?? ?? Laurie Cunningham, en el Santiago Bernabéu // JOSÉ GARCÍA
Laurie Cunningham, en el Santiago Bernabéu // JOSÉ GARCÍA
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