ABC (Sevilla)

Vinicius, fuego incontrola­ble

▸El mejor futbolista del momento vuelve a acaparar el foco por su juego, pero también por su comportami­ento

- RUBÉN CAÑIZARES

Camino del césped, tras los correspond­ientes quince minutos de descanso, Vinicius salió del vestuario del Madrid con gesto serio. Su equipo ganaba 1-0 y él se acababa de marcar 45 minutos para la historia de las finales de Copa, pero el brasileño no parecía disfrutar de lo sucedido. A su lado, con el brazo izquierdo sobre su cuello, Ancelotti. El técnico italiano acompañó a la estrella brasileña por el túnel de vestuarios. Protección paternal, por si acaso. Carletto no quería más líos. Ya había tenido suficiente.

La chispa se encendió en el minuto 42, cuando Vinicius encaró a David García, ya dentro del área, y acabó en el suelo, caída provocada por el cuerpeo del defensa de Osasuna y la fatiga del brasileño, asfixiado tras su exhibición física y técnica de la primera mitad. Acción limpia y noble por parte de atacante y central, pero mal encarada por el capitán navarro. García se fue a buscar a Vinicius, le dijo que se levantara y el brasileño, de mecha corta, se puso cara con cara a la vez que el defensa le acariciaba el pelo con cierto aire a suficienci­a y condescend­encia. Feo e innecesari­o gesto.

Desde ahí, hasta el pitido final de la primera parte, la calentura de Vinicius, lejos de enfriarse, fue a más. Sánchez Martínez, al que no había saludado al principio en el habitual pasamanos prepartido, le amonestó por protestar (una vez más) una falta a Rodrygo. La cartulina provocó el típico cántico de ‘tonto, tonto’ por parte de la grada navarra, a lo que Vini contestó con su clásico gesto de acariciars­e el escudo del Madrid, situado en la pechera derecha de su camiseta. Además, según revelaron de manera privada algunos jugadores de Osasuna, les dijo en varias ocasiones que no iban a ganar la Copa porque eran un equipo pequeño.

Eso lo escuchó el ‘Chimy’, que tampoco suele hacer prisionero­s, y camino de los vestuarios le pidió explicacio­nes. Después, ya con agua fría sobre la cabeza, quiso dar su versión de lo sucedido y dejar un recado al brasileño: «Con la clase de jugador que es, que es muy bueno, se le protege y me parece muy bien. Pero también somos personas y eso es lo importante, ser un buen ser humano. Puedes ser buen jugador, pero si tienes el corazón negro es imposible que sea así. Vinicius me encanta como futbolista, y el entrenador o sus compañeros ya lo corregirán».

24 horas después, fuentes de Osasuna explicaban a este periódico que no querían darle mayor importanci­a a lo sucedido en La Cartuja. El club navarro se marchó dolido, a la vez que orgulloso, tras una final que jamás olvidarán, a pesar de la derrota. Los episodios propios de un partido con un título en juego, como los de Vinicius, «se quedan en el campo», especifica­ron a ABC.

El brasileño no sufrió el sábado noche uno de esos marcajes que ha soportado en unos cuantos partidos de esta temporada. Tanto Moncayola como Rubén Peña no le dieron una mala patada. No son jugadores de este estilo y, además, la versión de ayer de Vinicius en modo Correcamin­os era imparable para cualquier defensa del mundo. Solo Aridane pudo mirarle de tú a tú en algunas acciones. El único jugador de Osasuna capaz de frenarlo, aunque fuese en contadas ocasiones. Por eso no encajaba en el puzle su alta tensión. En Sevilla, Vinicius protestó faltas que estaban en proceso de hacérselas, pero aún no se habían consumado. Tan indómito como imprudente. No es solo el número de protestas, es el modo de realizarla­s. Cinco partidos ha jugado en Copa del Rey. Cinco amarillas, todas ellas por quejas a los árbitros.

«Vinicius es el mejor del mundo en su puesto. Es difícil pararle, no lo digo por hoy, sino en general. Los que le tienen que marcar cometen muchas faltas, él protesta y le sacan tarjeta. Lo cual no entiendo. Hay que proteger a los jugadores que ilusionan y dan espectácul­o», reflexiona­ba ya en la madrugada del estadio de la Cartuja el presidente del Real Madrid. Florentino, segurament­e el único madridista que jamás dudó ni un solo segundo de haber fichado a un futbolista de época, sacó las uñas tras la final. El mandatario blanco comparte la opinión de la mayor parte del madridismo. A Vinicius le dan, y mucho, y en ciertos momentos recibe patadas más propias del fútbol del pasado siglo que del actual, y aun así no tiene derecho a rebelarse por ello.

Camino de las 200 faltas

Un punto de vista que podría considerar­se parcial, pero no lo es. Vinicius ha sufrido 181 faltas en 51 partidos oficiales de esta temporada. 117 en Liga, 22 en Champions, 26 en Copa del Rey, nueve en la Supercopa de España, tres en la Supercopa de Europa y cuatro en el Mundial de Clubes. La proyección va camino de superar las 200 faltas, un registro nunca jamás visto en la historia del fútbol. Estadístic­a que, evidenteme­nte, no cuenta el número de faltas recibidas y no pitadas.

Este escenario es compatible con los malos humos de Vinicius, que no pone de su parte en algunas ocasiones, lo que hace que el principal perjudicad­o sea el propio jugador. Los rivales no lo soportan, tampoco sus aficiones. Le sobran ciertos gestos, como el de ayer en la celebració­n del 2-1. Su primera reacción fue gritar gol en la cara a Torró y Moncayola. Los antecedent­es los tenía David García, pero en ese momento no pasaba por allí y Vini se desahogó con dos rivales que compitiero­n con nobleza.

Fuego incontrola­ble que ayer buscó agua y oxígeno en la cámara hiperbáric­a de su casa, método de recuperaci­ón que este periódico desveló hace un mes, como ocurrió el domingo. Él mismo publicó un tuit con una imagen dentro de la cámara: «Ya pensando en el martes. Hala Madrid», escribió junto a un emoticono de un rayo y una batería en proceso de carga. Ha llegado lo que todo madridista espera. Viene el City. Vuelve la Champions.

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Vinicius, celebrando el 2-1 de la final de Copa en la cara de Torró // ABC

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