Aquí gobierna el fervor
LA ALBERCA
La serie ‘El hijo zurdo’ abunda en un topicazo insoportable de Sevilla que explica muchas cosas de esta izquierda
LA frase la suelta sin empacho y sin complejo el personaje que interpreta el actor Alberto Ruano en la serie ‘El hijo zurdo’. Su papel es el de un concejal que aspira a heredar la Alcaldía de Sevilla después de que la regidora en vigor haya decidido marcharse a la Junta de Andalucía. No sé si les suena esto de algo. Desde el despacho principal de la Plaza Nueva, Ruano propone a su jefa sacar una procesión por los barrios en los que están perdiendo votos con el objetivo de recuperar aire electoral en esas zonas. Y entonces es cuando le suelta el topicazo: «Aquí gobierna el fervor». El director de la serie es el sevillano Rafael Cobos, especialista en hacer guiones escorados. Cuando el malo no es el cura, es un fascista. En su derecho está. Pero esa frase es una paletada burda que podría adjudicarse tranquilamente a los autores de «los rocieros quieren que se llene el Quema en plena sequía para que beban sus caballos». Mentira podrida.
La serie en cuestión, a cuya producción ha cedido el Ayuntamiento nada menos que el despacho del alcalde, es bastante recomendable en términos generales. Refleja bien las más bajas pulsiones de la política: el proceso de sucesión se basa en la ambición de la alcaldesa por escalar hasta la Junta y del concejal por ser su delfín a toda costa. Pero en ese tramo concreto parte de la idea de que los votantes somos tontos y los guionistas muy listos. Si en Sevilla gobernase el fervor, ellos no estarían donde están. Lo están porque gobierna la indolencia.
En la polémica del cartel de Bildu en la Cartuja se han visto fervores desmedidos por parte de los políticos a las puertas de unas elecciones. Es sorprendente comprobar cómo una persona serena como Antonio Muñoz se ha tirado al barro de forma desmedida. En su gobierno tratan de acreditar que ellos descubrieron el cartel y que, además, dieron la orden directa de retirar el logo del partido abertzale. Se les fue la mano con el fervor. Porque el propio Muñoz había puesto antes un tuit en el que exigía a la Junta de Andalucía su retirada. ¿Se lo exiges a la institución gobernada por tu adversario político y al mismo tiempo dices que lo has arreglado tú? Teta y sopa no caben en la boca. O soplar, o sorber. Muñoz perdió su sitio con ese comentario porque, al contrario de lo que cree el director de la citada serie rodada en la ciudad, los sevillanos no somos tontos. Uno no puede vender que ha traído la final de la Copa del Rey y al mismo tiempo culpar a la Junta del cartel. Cuando se es responsable, se es al completo, no según conveniencia, de manera que la Junta tendría la culpa de la valla si también la tuviera de haber conseguido la Copa para Sevilla. Y lo mismo vale para el Ayuntamiento. El problema es que con asombrosa naturalidad nos intentan colocar los tópicos ideológicos como verdades más absolutas que los propios hechos. Por ejemplo, ninguna hermandad del Rocío ha pedido que desembalsen agua para llenar el Quema. Son exactamente quienes lo están denunciando los que están gobernados por el fervor. Porque han convertido sus ideas en una religión.