ABC (Sevilla)

Picasso, en 3D

- NATIVIDAD PULIDO

El museo del artista en Málaga reivindica, en el 50 aniversari­o de su muerte, su faceta de escultor, menos conocida que la de pintor. Centrada en la figura humana, la exposición reúne 61 piezas, realizadas entre 1909 y 1964

De niño, a Pablo Picasso le gustaba recortar siluetas en papel. Ya apuntaba maneras. Con solo un sillín y el manillar de una bicicleta daría vida años después a una cabeza de toro. En 1902, en el estudio barcelonés de su amigo el escultor Emili Fontbona, hizo ‘Mujer sentada’, su primera pieza de arcilla conocida, y en 1909 creaba ‘Cabeza de mujer (Fernande)’, un célebre ‘retrato’ cubista en 3D de Fernande Olivier, moldeado en barro en el estudio de Manolo Hugué en París. La fundió en bronce un año después.

Picasso haría esculturas durante toda su carrera. La mayoría, para sí mismo, no para exhibirlas ni venderlas. Eran para él algo muy íntimo y personal. Le gustaba estar rodeado de ellas en las casas en las que vivió. Eran como parte de su familia. Incluso quiso que una copia en bronce de ‘La dama oferente’ velara su tumba en el castillo de Vauvenargu­es. Pero hasta 1966, con motivo de su 85 cumpleaños, no accedió a celebrar una gran retrospect­iva de sus esculturas. Se sentía muy herido por haber sido rechachaza­do su proyecto para el monumento funerario de su amigo el poeta Guillaume Apollinair­e. Aquella muestra del 66 se celebró en el Petit Palais de París. Después, viajó a la Tate de Londres y al MoMA de Nueva York. No es de extrañar, pues, que en vida del artista fuera muy poco conocida su faceta escultóric­a. En 1971 su amigo el historiado­r del arte Werner Spies publicó un exhaustivo catálogo de su escultura y en 2015 el MoMA abrió ‘Picasso Sculpture’.

Ahora es España la que reivindica a este Picasso en 3D gracias a la colaboraci­ón de dos grandes museos, el Picasso de Málaga y el Guggenheim de Bilbao, y al apoyo de un tercero, el Picasso de París. ‘Picasso escultor. Materia y cuerpo’ –inaugurada ayer por el ministro de Cultura, Miquel Iceta, y que forma parte del programa ‘Celebració­n Picasso 1973-2003’, que conmemora los 50 años de la muerte del artista– podrá visitarse en Málaga desde hoy hasta el 10 de septiembre y llegará a Bilbao del 29 de septiembre al 14 de enero de 2024, con pequeñas variacione­s y más préstamos. Centrada en la figura humana (su gran obsesión), la exposición reúne 61 piezas, realizadas en seis décadas de trabajo, de 1909 a 1964. La mayoría de las esculturas de Picasso están en su museo de París (ha cedido 22 para la muestra) y en manos de la familia, que también se ha volcado en el proyecto.

La comisaria, Carmen Giménez, gran conocedora de la obra del creador, regresa al museo que puso en marcha y que celebra su XX aniversari­o, del que fue su primera directora. Explica que «no solo fue lo escultóric­o fundamenta­l para la construcci­ón de la obra pictórica, sino que igualmente la pintura le sirvió de aporte a la obra escultóric­a». Esta no fue secundaria en su producción. Picasso le daba la misma importanci­a que a la pintura, el dibujo, el grabado, la cerámica... Pese a que hizo unas 700 esculturas frente a 4.500 pinturas, «Picasso fue al menos tan gran escultor como pintor», según Pierre Daix. Argumento que compartía Julio González, quien siempre lo consideró escultor antes que pintor. Es la primera monográfic­a de su escultura en España, que luce espléndida en un exquisito montaje. «Picasso fue un gran inventor, un extraordin­ario escultor. Se sentía libre», dice Carmen Giménez.

En 1930 el artista compró el castillo de Boisgeloup, en Normandía. Transformó el establo en su taller, donde se dedicó febrilment­e a la escultura. Allí podía trabajar en piezas de grandes dimensione­s. Tres años antes, Picasso había conocido a Marie-Thérèse Walter. Al igual que en los retratos pictóricos de su jovencísim­a nueva musa, en sus esculturas modela figuras curvilínea­s, sensuales, voluptuosa­s, carnales con fragmentos de su cara y su cuerpo: boca, nariz, cuello, pecho... En Boisgeloup dio vida a cinco esculturas para el pabellón español de la Exposición Internacio­nal de París de 1937, que acompañaro­n al ‘Guernica’: tres de ellas están en la exposición: ‘La dama oferente’ («es monstruosa pero uno la quiere», dice la comisaria) y dos cabezas de mujer. Durante la II Guerra Mundial, animado por Jaime Sabartés, su secretario, funde al bronce gran parte de su escultura en escayola, muy frágil. Las fundía de noche, porque estaba prohibido.

El Reina Sofía ha cedido para esta exposición dos de las piezas más icónicas de su colección: ‘La dama oferente’ y ‘Mujer en el jardín’. Una tercera, ‘El hombre del cordero’, en yeso, no se ha pedido para Málaga, pero quizá vaya a Bilbao.

Los ojos, pelotas de tenis

Durante un recorrido por la exposición, Carmen Giménez explica curiosidad­es de las obras. Así, para los ojos de una escultura usó pelotas de tenis de una pista que había junto a su casa. Le gustaba reutilizar objetos que encontraba. Es el caso de ‘Mujer con naranja o manzana’. Esculpió en bronce a Françoise Gilot embarazada de Paloma. Frente a unas divertidas ‘Bañistas’, seis figuras filiformes en madera, de los años 30, que recuerdan a las de Giacometti. Ambos artistas se respetaban. No faltan obras inéditas, que ahora ven la luz por vez primera, como una ‘Cabeza de mujer’, en yeso y madera, del 51. Exquisita, encerrada en una vitrina, ‘Mujer leyendo’. Para Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista, «es una extraordin­aria exposición, llena de poesía». José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, Carmen Giménez y Carlos Alberdi tuvieron un emotivo recuerdo para el fallecido José Guirao, alma del Año Picasso.

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De arriba abajo, ‘Niño’ (Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso) y ‘Sylvette’ (Fundación Hubert Looser, Zúrich)
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