Círculos, círculas y círcules
De las escuelas no saldrán ingenieros o arquitectos, pero sí votantes del PSOE o Podemos
LA instrucción del Ministerio de Educación a las comunidades autónomas para que impartan la asignatura de dibujo técnico ‘con perspectiva de género’ destapa una realidad absolutamente devastadora: que el Ministerio de Educación no se dedica a la educación, sino a la demagogia. Legisla sobre un concepto objetivamente absurdo, como es la perspectiva de género de las figuras geométricas, porque da prioridad a postulados ideológicos antes que académicos. Para el Gobierno no es tan importante que los chavales de bachillerato aprendan dibujo técnico como que se imbuyan en el discurso de las políticas de género y toda la farfolla conceptual de la neoizquierda. Tras dos cursos analizando la discriminación sexista del sistema diédrico o el machismo en la perpendicularidad, es muy poco probable que las aulas escolares produzcan futuros ingenieros o arquitectos, pero de ellas saldrán a buen seguro votantes de PSOE o Podemos. Que, no nos engañemos, es lo que les interesa.
La última boutade de la factoría Sánchez, que se intuye que cocinada en los fuegos del Ministerio de Igualdad, invita a hacer bromas y memes sobre el asunto. Ayer en redes sociales se podían encontrar ingeniosos comentarios sobre el sexo de los ángulos, las líneas para lelas y para lelos o la transexualidad de la escuadra y el cartabón. La estupidez administrativa hace inevitable imaginar a los profesores de dibujo técnico repitiendo círculos, círculas y círcules cada vez que utilicen el compás o adoctrinando sobre el machismo de las formas geométricas, con esos rectángulos tan repugnantemente fálicos o esos óvalos que denigran la dignidad de la mujer y cosifican la condición femenina. El dibujo técnico era un nido de agravios de género y no nos habíamos dado cuenta.
Pero hay que resistir el impulso natural y evitar tomarse a guasa este tipo de chorradas, porque la broma resta gravedad al asunto. Y, más allá del detalle del dibujo técnico, la cuestión de fondo es de enorme importancia. Se trata de la ideologización de todo el sistema educativo, incluso en los ámbitos estrictamente tecnológicos, para cambiar los métodos de enseñanza por técnicas de adiestramiento. La misma izquierda que tanto criticó la preponderancia de la doctrina católica en el modelo académico del franquismo impone ahora su propia moral en todas las asignaturas, incluyendo las matemáticas o la geometría. Además de la formación de los escolares en sus postulados ideológicos, la estrategia permite alimentar con subvenciones públicas a una compleja red de inspectores que fiscalizarán la correcta difusión de los mensajes. Nada nuevo bajo el sol, el sistema ha funcionado desde hace décadas en esos paraísos socialistas y comunistas en los que la democracia es una quimera.