ABC (Sevilla)

El antiguo convento de San Agustín

- POR JESÚS M. GUTIÉRREZ PÉREZ

SAN Agustín (354-430), después de su conversión, se reunió con sus amigos para servir a Dios, organizand­o la vida según el ideal de los Hechos de los Apóstoles. Se estableció en el norte de África. Escribió una Regla de vida para las comunidade­s que allí fundó. Después de la muerte de San Agustín, los bárbaros invaden el norte de África y provocan la caída del Imperio romano. Los miembros de las comunidade­s iniciadas por San Agustín huyen de la persecució­n y se instalan en regiones de Europa. Estas pequeñas comunidade­s viven, durante siglos, siguiendo la Regla y el espíritu agustinian­os, como eremitas.

En 1244, convocados por el Papa Inocencio IV (1243-1254), se reunieron las comunidade­s eremíticas de Toscana, de la región de Florencia en Italia, con el fin de unirse en una sola orden religiosa con la Regla y forma de vida de San Agustín. Estos ermitaños celebraron el capítulo de fundación en Roma. En él eligieron un prior general y aprobaron unas Constituci­ones. Desde entonces empezaron a ser conocidos como Ermitaños de la Orden de San Agustín. La aprobación pontificia por el Papa Inocencio IV fue 1244.

El antiguo convento de San Agustín de Sevilla fue una de las fundacione­s más antiguas de la Orden de San Agustín en España. Sus orígenes, aunque no muy bien ilustrados, se remontan con seguridad a finales del siglo XIII. Los documentos históricos más antiguos son del año 1292. Este año, una familia sevillana donó a los agustinos unos edificios que sirvieron de residencia a la comunidad. Se encontraba­n frente a la puerta de Carmona, extramuros de la ciudad. Los religiosos permanecie­ron en este lugar hasta la exclaustra­ción de 1835. Este monasterio fue la casa donde se desarrolló la historia de más de 500 años de presencia de los agustinos en Sevilla.

El agustino Víctor Fernández Santos ha realizado un trabajo de investigac­ión sobre los orígenes de la Orden de San Agustín en la Península Ibérica (1256-1400). En este estudio, fija la cronología fundaciona­l de los agustinos en España en este tiempo. Había 10 conventos a finales del siglo XIII: 5 en la Corona de Castilla y 5 en la Corona de Aragón. Los años de la fundación de los conventos de la Corona de Castilla en la segunda mitad del siglo XIII es la siguiente: Toledo (1260); Córdoba (1277); Burgos (1287); Sevilla (1292) y Badajoz (1298). Los años de la fundación de los conventos de la Corona de Aragón en la segunda mitad del siglo XIII fue así: Formentera (Islas Baleares) (1257); el monasterio de Aguas Vivas, en Carcagente (Valencia) (1260); Alzira (Valencia) (1274); Zaragoza (1286) y Castellón (1298).

Además de la antigüedad, otra peculiarid­ad del convento de San Agustín de Sevilla es haber sido el centro de acogida de los misioneros agustinos españoles que evangeliza­ron en los territorio­s de Ultramar en los siglos XVI-XIX. En el monasterio hispalense se hospedaban los religiosos tanto cuando partían hacia América, Filipinas, China y Japón, como cuando regresaban de estas lejanas tierras. Los frailes, que llegaban a Sevilla para embarcar rumbo a su destino, residían en el convento y participab­an en la vida de la comunidad. Lo mismo sucedía cuando volvían de los países de misión hasta que se marchaban de Sevilla. El cenobio sevillano prestó un servicio extraordin­ario como residencia de alojamient­o, principalm­ente cuando la sede de la Casa de la Contrataci­ón estuvo en la metrópoli hispalense (1503-1717).

Otro aspecto que destacó en el convento de San Agustín de Sevilla fue la religiosid­ad popular que en él se vivía. Especialme­nte, resaltó la veneración a la sagrada imagen del Santo Crucifijo de San Agustín. Era una imagen gótica del siglo XIV a la que el pueblo profesaba gran devoción. Llegó a gozar de mucho prestigio por su mediación milagrosa. Los siglos que alcanzó mayor esplendor fueron el XVI y XVII. Un autor de nuestros días, Francisco Cuéllar Contreras, le denominó «el Cristo de Sevilla» de aquellos siglos.

Los autores del libro titulado ‘Leyendas, tradicione­s y curiosidad­es históricas de la Semana Santa de Sevilla’, al hablar del Cristo de San Agustín, hacen el siguiente comentario: «No dudamos en afirmar que esta imagen es la de mayor arraigo popular y devoción en la historia de Sevilla, sólo comparable a la dedicada a la Virgen de los Reyes, a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder o a la Esperanza Macarena».

Además de la devoción al Cristo de San Agustín también otras imágenes recibieron culto en el monasterio agustino. Durante la estancia de los agustinos en Sevilla, la casa religiosa fue un centro de devoción popular. Cinco cofradías tuvieron su sede canónica en la iglesia del convento de San Agustín:

1.- La cofradía de penitencia del Santo Crucifijo de San Agustín y Nuestra Señora de Gracia, una de las más antiguas de Sevilla. 2.- La cofradía de penitencia del Santo Crucifijo y Nuestra Señora de las Virtudes. 3.- La cofradía de gloria de San Nicolás de Tolentino y Ánimas Benditas del Purgatorio. 4.La cofradía de gloria de Nuestra Señora de la Consolació­n y Correa. 5.- La cofradía de gloria de Nuestra Señora del Tránsito.

Muchos sevillanos estuvieron en contacto con el monasterio de San Agustín a través de estas devociones populares. La Sagrada Congregaci­ón para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramento­s, en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, afirma que el magisterio de la Iglesia declara a la piedad popular como «un verdadero tesoro del pueblo de Dios». El Papa Benedicto XVI, hablando de este tema, manifestó en varias ocasiones que «la piedad popular es un gran patrimonio de la Iglesia».

TRIBUNA ABIERTA

Sus orígenes, aunque no muy bien ilustrados, se remontan con seguridad a finales del siglo XIII y fue un centro de devoción popular

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