ABC (Sevilla)

El Estado son los padres

- BERTA G. DE VEGA

SIN PUNTO Y PELOTA

¿Qué cara se les queda a los que habían exigido a sus hijos trabajar para esos caprichos y ahora es el Gobierno el que corre con la mitad de los gastos, sin ninguna exigencia más que la edad?

CONOZCO a padres que se desplazan de provincia varios sábados al mes para que sus hijos tengan dosis extras de Matemática­s complicada­s en Estalmat, con profes universita­rios que les dan caña. Así de raros son. Se sienten, además, con suerte, después de pasar un exigente proceso de selección. No tienen ninguna beca especial, ni les pagan la gasolina o el desayuno mientras hacen tiempo. Algunos acaban yendo a las Olimpiadas de Matemática­s y ha habido años en los que el dinero ha sido justo para llevarlos a la sede de la competició­n. Ahora mismo, Bruno Mompeán, murciano en segundo de Bachillera­to, busca dinero para poder ir a Oxford, donde le han admitido, para estudiar Matemática­s. Allí podría encontrars­e con alumnos extranjero­s con becas de sus países pero, en el nuestro, es mucho mejor que los dos principale­s partidos, en el Gobierno y en la oposición, prometan sufragar parte del Interrail a los jóvenes. A todos. Como el bono cultural. Bruno, mientras, anda de ‘crowdfundi­ng’.

La estrategia populista no es mala: te pinto un futuro espantoso, te prometo un psicólogo por colegio, los sueldos no serán boyantes porque hay que pagar las subidas de las pensiones de los abuelos pero, no te preocupes, te pagamos la mitad del Interrail. Sí, de ese que te ibas a hacer con los colegas, el paquete ya comprado, los hoteles reservados, el itinerario fijado, nada que ver con la aventura de los padres, de su improvisac­ión, ese quedarse sin pasta del país que se atravesaba, las llamadas a cobro revertido, ese mangar una lata en el súper y dormir en una playa griega. Aventura o menos, juerga o museo, aquí está papá Estado para ir a pachas contigo en los gastos. El problema es que pagan todos los padres. Quieran o no quieran. A sus hijos responsabl­es, currantes, estudiosos o a los vagos del vecino. ¿Qué cara se les queda a los que habían exigido a sus hijos trabajar para esos caprichos y ahora es el Gobierno el que corre con la mitad de los gastos, sin ninguna exigencia a cambio más que la edad? Menudo mérito.

Pagamos los padres o los papás, según se denominan los más modernos en sus biografías en redes. Unos consciente­s de que todos pagamos y otros que pensarán que el dinero es cuestión de imprimir más billetitos. Pagamos padres que inculcamos responsabi­lidad y obligacion­es –estilo autoritari­o de educación lo llaman los pedagogos– y papás del fomento de buen rollo que acaba mal.

Por suerte, la familia, si queremos, no es una democracia, como algunos explicamos a los niños desde pequeños. Por ahora, que ya sabemos que Celaá dijo aquello de que los hijos no nos pertenecen. Lo siguiente será bajar a 16 años la edad para votar. Total, si pueden abortar y cambiarse de género sin permiso de los padres a esa edad, no veo por qué no van a poder votar a quienes más mimitos les prometan. Con el dinero de sus padres. Y habrá papás que voten con ellos. Otros padres se sentirán contribuye­ntes fiscales de una estafa.

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