ABC (Sevilla)

La exquisita mentira

- CRISTINA CASABÓN

TACONEANDO

La autenticid­ad del pueblo salpicado de mentira se impone, un poco más, cada día

ME han pedido que explicara por qué la bondad es más importante que la inteligenc­ia. He hecho lo que he podido, y no me ha resultado fácil. Ya se sabe que cada cosa tiene su público: la literatura, la guerra, la denuncia, la mentira, el asesinato, ‘Sálvame’ y todo eso. Qué alivio para algunos caer en los brazos anónimos de una mentira bondadosa, y la política también es eso. Entre ‘Sálvame’ y la propaganda política, el español dormita en sus horas libres y se libra de la tarea de pensar. El tedio anula la unidad de acción, la unidad de tiempo y de espacio. Añadámosle aún, por gala, la unidad de inacción del contenido. No existe ya programaci­ón que maltrate a la exquisita mentira con elegantes latigazos de verdades. El televident­e se adormece y aquellos dedos se entreabren, en una especie de desmayo. Y vemos cómo el mando a distancia cae. Primero, del aire al sofá. Después, con un ruido, cae de allí al suelo. Y cae la mano inerte, desocupada. Pasan las horas muertas. Como la operación melancolía no ha dado todo el juego que se esperaba, el presidente sale en la pantalla difundiend­o una nueva mentira. Empieza la sesión de vampirismo y las palabras solemnes, condecorad­as, bondadosas.

El señor Sánchez ha ido abroquelán­dose de mentiras y falsas promesas desde que llegó a la Moncloa. Ahora ya se han consumido los ojos. Queremos creer para evitar el destino de los que se lo juegan todo y en un minuto lo abandonan todo. ¡Pero, cuidado! Esto ya sería un pensamient­o y el telespecta­dor aquí da un invisible salto: el Destino. Otras realidades ahora se nos ofrecen, por contraposi­ción, a la verdad fría y sonriente del socialismo. Vivimos en una simulación que comienza a desintegra­rse. Pero algunos siguen añorando los brazos anónimos de una mentira bondadosa. Aquellos, ay, los eternos idealistas, los enamorados. Existe en España una especie de poder cultural socialdemó­crata, SER/País/Lodiario, que es capaz de crear mayorías, como esas audiencias del ‘Sálvame’.

Lo que más fastidia no es la ideología, sino la mediocrida­d del producto. Somos unos grandes estafados y ya lo sabíamos, pero algunos seguirán votando socialismo con tal de no escuchar una monstruosa verdad. Todos, en mayor o menor medida hemos acudido a que nos engañasen, porque el televisor nos educó para aceptar una verdad alternativ­a. La mentira ya se va convirtien­do en una mercancía, un trueque nauseabund­o. Traficando con mentiras hemos llegado a la campaña electoral y los profesiona­les del engaño, los Tezanos, los propagandi­stas y los funcionari­os de la ficción estatal están ya agotados. Ya no tienen más fondo ideológico que el fondo de armario, una política pobre, conceptual y vacía de significad­o. La mentira se va agotando y ahora vemos los trucos del mago. La autenticid­ad del pueblo salpicado de mentira se impone, un poco más, cada día. Consideran­do de nuevo la disyuntiva entre inteligenc­ia y bondad, creo que la inteligenc­ia es más importante. Especialme­nte cuando la bondad no es más que una exquisita mentira.

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