La frontera entre EE.UU. y México, un caos inevitable para Joe Biden
▸El fin de las restricciones a la petición de asilo dispara la tensión y amenaza con una crisis política y humanitaria
«Va a ser caótico durante un tiempo». Joe Biden ha tenido que reconocer esta semana que la situación en la frontera con México va camino del desastre. Y que, pese a los esfuerzos de su Administración, el caos va a ser muy difícil de evitar, ante una presión migratoria incontenible para los recursos con los que cuentan las autoridades. La razón principal: en la medianoche de hoy expira la aplicación del
Título 42, una provisión de salud pública impuesta por Donald Trump al comienzo de la pandemia de Covid-19 que permitía la expulsión inmediata de los inmigrantes indocumentados que tratan de entrar en EE.UU., aunque sean solicitantes de asilo. Biden prorrogó el uso de la norma durante parte de sus primeros dos años en la Casa Blanca, frente a las críticas de los activistas y de parte de su partido. Cuando, a finales del año pasado, la gran mayoría de las medidas contra el Covid estaban desmanteladas, Biden trató de dar carpetazo al Título 42. La oposición de los republicanos –en especial, las autoridades locales en los estados fronterizos– fue frontal e interpusieron una batalla judicial que permitió alargar la vigencia hasta ahora.
Durante el primer tramo de la presidencia de Biden y, a pesar del Título 42, los arrestos de inmigrantes indocumentados habían batido récords históricos. Levantar esas restricciones provocaría una avalancha de entradas en EE.UU., con las regiones fronterizas llenas de inmigrantes esperando para cruzar a la primera potencia mundial, advertían los republicanos.
La región se asoma a esa situación ahora mismo. Desde marzo de 2020, las fuerzas de seguridad de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP, en sus siglas en inglés) han detenido allí a 5,5 millones de inmigrantes indocumentados. De ellos, 2,8 millones fueron expulsados en virtud del Título 42. En estos momentos, se estima que hay cerca de 150.000 inmigrantes al otro lado de la frontera, esperando a cruzar. Muchos lo están haciendo ya, en los días previos al decaimiento de las restricciones: solo el martes fueron arrestados cerca de 10.000, un nivel diario muy alto y por encima de las previsiones de las autoridades. En algunos lugares, la situación ya es caótica. Miles de desplazados que han cruzado la frontera duermen en las calles de El Paso (Texas), al otro lado de Ciudad Juárez. «Todavía somos capaces de darles de comer, pero, para ser honestos, no es una operación sostenible», aseguraba a CNN John Martin, del Opportunity Center for the Homeless de esta localidad.
En Brownsville, en Texas, también ciudad fronteriza, al otro lado de la mexicana Matamoros, las autoridades han aprobado una declaración de emergencia. El miércoles por la mañana, el CBP detallaba que en sus centros de detención ya había 28.000 inmigrantes. físico. A los hombres les trasladaron de campamento hace un día para evitar los altercados con las mujeres y los niños. Los agentes aduaneros les han advertido que «o les hacen caso o nos devuelven a México», explican con ansiedad. Sólo buscan que les resuelvan la siempre complicada situación migratoria, que, con cierto pesimismo, «esperan más tarde que pronto».
Manuela Cantú, embajadora por la paz de la ONU en 2017 y responsable de acompañamiento psicosocial para niños con problemas, califica la situación en estos momentos en Tijuana