ABC (Sevilla)

Hojas de roble para Paco Robles

- ANTONIO BURGOS

La Medalla de Sevilla me parece poco. Yo te tengo por Hijo Predilecto

JM NIETO

EL RECUADRO

ME parece mal que le hayan dado sólo la Medalla de Sevilla a Paco Robles. Lo tenían que haber nombrado Hijo Predilecto. Porque si bien Paco suele mantener que esto de Sevilla es un invento mío, sostengo por mi parte que Robles es un invento de Sevilla misma, de la mejor, la ciudad tan culta que no presume de serlo y para disimular se identifica con lo popular. No hay nada en el periodismo y en la literatura de Sevilla, en ningún soporte, prensa, radio, TV o documental­es, que Robles no haya dominado y le haya impreso el sello de su personalid­ad. Yo le considero un gran mérito, de condecorac­ión con hojas de roble, a este que fue niño del corral de vecinos del Callejón de Dos Hermanas, en Santa María la Blanca, y se licenció en Filología Hispánica. Y que en vez de dedicarse a la enseñanza, tomó como aula los libros, los periódicos, los micrófonos, todos y cada uno de los medios informativ­os en los que ha colaborado. Y con arte popularísi­mo, con gracia única, con el pitorreo fino que siempre caracteriz­ó a los grandes escritores de Sevilla y ahí tienen su irrepetibl­e Pregón de los Armaos.

En la propuesta municipal de la medalla dicen que se la otorgan «por su mirada crítica y comprometi­da con Sevilla desde el conocimien­to profundo de su literatura y su cultura popular». Y tan crítica. Hay que echarle mucho valor, como él se lo echó, a publicar en 1997 ‘Tontos de capirote’, en una ciudad donde hasta entonces, cuando aún no se daban palermazos, toda crítica a los cofrades era tabú si se hacía por escrito. Largar en la barra del bar sí se podía, pero lo escrito era territorio vedado que Robles invadió, y con éxito. Por no dejar las cofradías, de las que sabe tela, a nadie se le había ocurrido recopilar ‘Semana Santa: antología literaria’. Y lo hizo con éxito, en una obra que debería reeditarse. De libros es autor Robles de lo que no hay en los escritos, de todos los géneros, incluido el humor, consustanc­ial con su pluma, como ‘Mester de progresía: Teoría y praxis del progre ibérico o como quedarse con el personal’.

Y en cuanto a los medios informativ­os, ninguno le ha sido ajeno, como su artículo diario en ABC, hasta que la maldita corná lo ha apartado de la primera línea de combate, que es lo suyo, la lucha hasta con las propias desgracias, cuyas batallas lleva ganando con admirable tenacidad. Desde el programa de Herrera al de Expósito, o al de Vigorra, o a la extinta Sevilla TV, allí estaba Robles no diciendo paparrucha­s como un tertuliano Doctor Liendre que de todo sabe y de nada entiende, sino con argumentos llenos de valentía y de racionalid­ad sobre el politiqueo patrio, nacional, andaluz o sevillano. Como he recordado, él me dice de broma que esto de Sevilla es un invento mío. Lo tuyo, Paco Robles, tiene mucho más mérito: sin más ayuda que tu dedicación y tu trabajo, aquel niño del Callejón de Dos Hermanas que le iba a su padre por el ABC se ha inventado a sí mismo como símbolo del mejor y más extenso e intenso periodismo literario de Sevilla. No veas, Paco, el alegrón que me ha dado saber que Sevilla te ha dado su Medalla, después del cornalón. Pero la Medalla de Sevilla me parece poco. Yo te tengo por Hijo Predilecto. Al menos de la Puerta Lacarne. Y que se mueran los feos.

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