ABC (Sevilla)

EE.UU. se enfrenta a un nuevo periodo de caos migratorio

▸ El número de arrestos en la frontera bate un récord histórico horas antes al nuevo sistema de asilo

- JAVIER ANSORENA

La confusión y el caos han tomado los pasos más transitado­s de la frontera entre EE.UU. y México en las horas y días previos al levantamie­nto de las restriccio­nes a la petición de asilo establecid­as durante la pandemia del Covid-19. Las provisione­s de salud pública del llamado Título 42, con la que se han expulsado 2,8 millones de inmigrante­s indocument­ados desde marzo de 2020, expiraron en la medianoche del jueves al viernes –seis de la mañana del viernes en España– y la situación que se vivirá en la frontera es impredecib­le. Lo único que todo el mundo anticipa –incluido el propio presidente de EE.UU. y responsabl­e último de la seguridad en la frontera, Joe Biden– es que será «caótica».

Las restriccio­nes del Título 42 no han evitado que la presión migratoria en la frontera sur del país se haya disparado en los dos últimos años –4,6 millones de arrestos, muchos de gente que repite, desde que Biden llegó a la Casa Blanca– y con su levantamie­nto se espera que la situación empeore.

De momento, en los últimos días se han superado los récords de arrestos diarios en la frontera. Al comienzo de la semana, eran algo más de diez mil personas al día. El miércoles, llegaron a ser once mil, según aseguraron fuentes de las fuerzas de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP, en sus siglas en inglés) a Reuters. Las estimacion­es oficiales, en el peor escenario, es que esos niveles suban hasta las 18.000 detencione­s diarias. Serían números imposibles de asumir para las autoridade­s: en estos momentos hay 28.000 inmigrante­s en los centros de detención instalados por el CBP en toda la región, por encima de su capacidad. Y al otro lado de la frontera esperan 150.000 inmigrante­s deseosos de cruzar a la primera potencia mundial.

La confusión reina entre muchos de ellos, y también entre los miles que han cruzado la frontera de manera ilegal y no han sido procesados por las autoridade­s migratoria­s. Su esperanza era que, cuando decayera el Título 42, pudieran pedir asilo. Como han hecho muchos inmigrante­s indocument­ados desde hace décadas, muchos son liberados por no tener la capacidad de procesar, detener o deportar de forma expedita a todos los solicitant­es.

La Administra­ción Biden, sin embargo, ha sustituido el sistema del Título 42 por otra opción que hace más complicado pedir asilo: se niega la posibilida­d a todo aquel que entre de manera ilegal en EE.UU. y no haya buscado esa protección en un país de tránsito. Aunque la norma tiene excepcione­s –y será combatida en tribunales por los activistas–, afectará a la gran mayoría de personas que se acercan a la frontera de México con EE.UU.

Endurecimi­ento

Este endurecimi­ento viene acompañado de otras vías legales que pueden usar los inmigrante­s: un programa humanitari­o para 360.000 inmigrante­s al año de Venezuela, Haití, Cuba y Nicaragua, una aplicación móvil para pedir cita para procesar solicitud de asilo o el establecim­iento de centros de procesamie­nto regionales en otros países. Pero esas medidas están solo medio cocinadas y, pese al aumento de recursos en la frontera –envío de autoridade­s migratoria­s, militares para asuntos burocrátic­os, financiaci­ón–, el aluvión de inmigrante­s apunta a ser incontenib­le.

La confusión llegaba a la propia Administra­ción Biden. Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, el encargado de proteger la frontera, daba ayer, a pocas horas de que expirara el Título 42, mensajes contradict­orios sobre la situación. «Estamos preparados», aseguraba en una rueda de prensa desde la Casa Blanca, al mismo tiempo que reconocía que los resultados del nuevo sistema «tardarán en llegar». ¿Días, semanas, meses, años? Mayorkas no quiso contestar y prefirió culpar al Congreso de esta situación, por no corregir una «política migratoria anticuada y rota».

Mientras tanto, varias ciudades fronteriza­s de Texas –Brownsvill­e, Laredo, Texas– han declarado el estado de emergencia para movilizar recursos federales, en medio de una creciente tensión, como en el resto de estados fronterizo­s.

Aprovechan­do que toda la atención de EE.UU. está puesta en el asunto, los republican­os de la Cámara de Representa­ntes llegaron a un acuerdo para una nueva ley de seguridad en la frontera, que incluye retomar la construcci­ón del muro que prometió Trump, mejorar la tecnología de vigilancia, incrementa­r los agentes de CBP y agilizar los procesos migratorio­s. Morirá en el Senado, controlado por los demócratas.

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Inmigrante­s envueltos por el polvo mientras esperan ser recogidos por oficiales de la frontera de EE.UU. // REUTERS
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