ABC (Sevilla)

El primer supermerca­do de Sevilla

- ANTONIO BURGOS

JM NIETO

EL RECUADRO

Los supermerca­dos públicos que propone Belarra los inventó el franquismo

NUNCA hay nada nuevo bajo el sol. La Historia parece una rueda continua, que siempre vuelve al mismo sitio. Se anuncian como grandes novedades ideas que son más viejas que el hilo negro, que ya se plantearon y realizaron, y ahora nos quieren presentar como lo más creador. Así ha ocurrido con la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que ha anunciado en la presente precampaña (a ver quién dice más tonterías) que propone crear supermerca­dos del Estado, para contener los precios. Los supermerca­dos públicos que propone en su programa para las elecciones autonómica­s y municipale­s son un calco de los que hay en Venezuela, y hasta con el mismo nombre: «Precios Justos». Que además suena a un antiguo programa de TVE, a ‘El Precio Justo’ de Joaquín Prat, sus azafatas y su «¡A jugaaaaaar!». Con los supermerca­dos de propiedad estatal y su tufo a Cuba y Venezuela, Ione Belarra propone «crear una cadena pública que baje los precios y proteja a los pequeños productore­s». Y me imagino que de paso se habrá metido con el señor Roig el de Mercadona, enemigo público de todas estas comuniston­as de Podemos que quieren acaban con la propiedad privada.

No sé si cometerán esa locura de los supermerca­dos públicos o no, pero en caso de que la lleven a cabo, si son consecuent­es con ellos mismos, deben de cerrarlos inmediatam­ente, en aplicación de la Ley de la Memoria Democrátic­a. Porque como aquí nadie se acuerda de nada y lo que se rememora se manipula en la mayoría de las veces, no se ha recordado que los supermerca­dos públicos que propone Belarra los inventó el franquismo. Los llamaban entonces «autoservic­ios», porque eran como grandes tiendas de comestible­s y droguería a cuyos estantes, sin mostradore­s por medio ni dependient­es que despachase­n, acudían los compradore­s a tomar ellos mismos los artículos que deseaban. El primer supermerca­do estatal se abrió en Madrid en 1957, por un organismo del régimen que había sido fundamenta­l en los años del hambre y las cartillas de racionamie­nto: la Comisaría de Abastecimi­entos y Transporte­s (CAT). En Sevilla hubo poco después supermerca­dos públicos en las novedades de la distribuci­ón. Tras Madrid, la CAT abrió en Sevilla un primer supermerca­do, que estaba en la calle Francos esquina a Blanca de los Ríos, con entrada por ambas calles. A la gente, novelera, le deslumbró aquella curiosidad. No había carritos, como ahora en los supermerca­dos, sino unas cestas de plástico que imitaban en su forma a las de mimbre, en las que echabas lo que ibas cogiendo de las estantería­s, por lo que lo llamaron «autoservic­io». El de la calle Francos fue una gran puñalada a las tiendas de comestible­s. Y más lo fue cuando poco después abrieron otro mayor en la calle José de Velilla, cerca de La Magdalena. En aquellos tiempos de economatos militares, de entidades públicas o de grandes empresas, la CAT rompió el mercado con una nueva forma de distribuci­ón, que es la que nos lleva hasta el Ecovol de Álvarez Vigil y a ese Mercadona que no sé por qué odian tanto los de Podemos, con los sueldos que paga y la de puestos de trabajo que ha creado.

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