ABC (Sevilla)

Sin edad para el arte: «Sevilla es inspiració­n»

Con la firma de Círculo Fortuny

- R. ARROCHA

Entre ambos hay 50 años de diferencia, pero la pasión es la misma, siempre desde lo auténtico, como los dos, Ángeles Espinar, nacida en 1937, y Javier Menacho, en 1985, defienden cuando hablan de lo suyo: artesanía hecha con amor y pasión desde Sevilla, de primerísim­a clase, y premiada recienteme­nte por la asociación Círculo Fortuny, en el caso de Ángeles con el reconocimi­ento ‘Tesoro Viviente’, y en el de Javier, como ‘ Mejor Joven Promesa’. El uno presume del otro. «Es un lujo que dos de los cuatro premiados seamos de Sevilla; conozco a Ángeles de vernos en algunos eventos y es un encanto de persona», dice Javier, artesano del repujado de piel y de la marroquine­ría desde su taller en Castilblan­co de los Arroyos. Al sur, a 80 kilómetros, y en otro pueblo sevillano, Villamanri­que de la Condesa, la hija de Ángeles, María José, le devuelve los halagos. «Qué bonito que se valore el arte y artesanía de Sevilla. Mi madre está encantada con el premio, pero, la pobre, no puede hablar porque ha sufrido dos ictus y le ha afectado en el habla. Pero aquí está, aquí está conmigo, muy ilusionada por lo que estamos viviendo».

La charla con ambos, y por separado, resulta gratifican­te por la emoción que desprenden. Javier deja de hacer su labor para atendernos. «Hay días que llego al taller a las cuatro de la mañana y me voy a las nueve de la noche. Esto es un veneno. No me gustan las prisas. Hay que hacerlo bien, bien, bien», dice, no sin antes responder ipso facto a la pregunta de si es muy exigente consigo mismo: «Mucho. Soy muy autocrític­o. Es mi forma de ser. Le debo mucho a mi trabajo». Javier comenzó de casualidad con su labor como guarnicion­ero: «Fue de rebote. Yo me quería presentar a unas pruebas en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, en Jerez. Pero el jinete que me preparó, me fue quitando las ganas. Me dijo que sólo había cuatro plazas, que era complicado. Me propuso ir a la Escuela de Ronda, pero el precio de 17.000 euros me pareció demasiado. Mucho me había pagado ya mi padre en libros. Así que me fui al Centro de Formades, en el Rocío. Había distintas disciplina­s ecuestres, pero, en el día del examen teórico, me puse nervioso y no me salió bien. Me

Para Círculo Fortuny la alta artesanía es sinónimo de lujo, entendido como productos únicos elaborados a mano y mediante procesos 100% sostenible­s, acabados con técnicas ancestrale­s -muchas veces en riesgo de extinción-, de una calidad singular y duraderos en el tiempo. Por ello, y según la propia asociación, reconocer a estos maestros y preservar su legado es muy importante: crean volví a mi casa, y a la semana me llamaron desde el mismo centro para decirme que había quedado una plaza libre para un curso de guarnicion­ería. Fui. Pensaba que estaría bien ir por la mañana al curso, y, ya por la tarde, seguir con mi pasión por los caballos. Pero la guarnicion­ería me enganchó tanto, que empecé a pegar puntadas todo el día. Hasta ahora».

Su labor ha traspasado fronteras, y recibe visitas de todos lados. El sello propio que aplica en sus trabajos tratando de representa­r la historia de Sevilla, desde el estilo mudéjar, a las rejas de forja y pasando por la cerámica del siglo XVIII, lo han situado en un plano de éxito importante: «Sevilla, su historia, es inspiració­n». La princesa Afshan Sturdza, de la dinastía rumana de los Sturdza y afincada en Suiza, es una de sus principale­s clientas: «Es riqueza y empleo de calidad, generan valor añadido, atraen turismo de alta gama, contribuye­n al desarrollo de zonas en despoblaci­ón y, en definitiva, suponen un valor cultural diferencia­dor. Los premiados atesoran, como marcan las bases de estos premios, una experienci­a de más de cinco años en un oficio artesano, y son fuente de inspiració­n para otros profesiona­les y jóvenes de su entorno. la persona más llana del mundo. La conocí porque vio un bolso mío en el Hotel Alfonso XIII, y decidió venir a mi taller. Vino en taxi un día, y luego otro. Lo hizo con una amiga suya de Londres. Entre las dos compraron nueve bolsos. La próxima semana vendrá de nuevo».

El trabajo artesanal de Sevilla es buscado donde uno menos se lo espera, y llega a protagoniz­ar anécdotas más propias de cualquier película o serie de Netflix. Lo cuenta María José, hija de la también premiada Ángeles Espinar: «Recuerdo cuando leí un mail que me había llegado desde Dior. Al leerlo, no me lo pude creer. Nos solicitaba­n venir al taller. Les respondí, que sí, que claro. Lo que no me esperaba es que se fuera a montar la que se montó. Fue hace justo un año. Apareciero­n cinco furgonetas negras en la puerta del taller, y empezaron a bajar un montón de personas, entre ellas, Maria Grazia Chiuri, la directora creativa de Dior. Yo no me lo podía creer. Imagínese en el pueblo cómo estábamos todos. La gente se puso a hablar. Algunos dijeron que era una reina que venía a comprar; otros, que era una redada de drogas. Yo no podía decir nada porque habíamos firmado un contrato de confidenci­alidad. Mi madre estaba encantada. Recuerdo que Maria Grazia Chiuri le dijo a mi madre que le recordaba a su ‘mamma’.

María José es la tercera generación de artesanas bordadoras dedicadas a la elaboració­n de mantones de Manila y mantillas artesanale­s: «Mi abuela comenzó a trabajar en los años 30; mi madre se incorporó al taller cuando tenía trece años. Luego fui aprendido yo, que soy la que llevo actualment­e el taller. Pero sí que es cierto que mi madre está pendiente de todo. Tiene la cabeza perfecta. Este año cumple 86, y tiene sus achaques por los ictus que ha sufrido. Cuando se enteró de que le habían dado el premio de ‘Tesoro Viviente’ se puso súper contenta, sobre todo, por la asociación que se lo ha otorgado, Círculo Fortuny, una agrupación que reúne muchas de los valores que tiene mi madre, siempre desde la excelencia, la creativida­d y la cultura».

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