ABC (Sevilla)

Restaurant­e La Brunilda: por méritos propios

▸ La honestidad de la cocina y la presencia de sus propietari­os garantizan la experienci­a

- MENTAPICAD­A

TOMATES NEGROS

La Brunilda fue uno de esos establecim­ientos que hace ya más de una década -cómo pasa el tiemporevo­lucionaron e hicieron evoluciona­r la cocina y la forma de comer en Sevilla. Pero enseguida tomó un camino diferente al de otros de esa hornada debido al éxito -buscado o accidental- que encontraro­n en esa guía no tan prestigios­a que es Tripadviso­r. Desde el primer momento, y al ser evaluado como uno de los primeros restaurant­es de la ciudad, los extranjero­s en sentido amplio empezaron a llenar sus mesas y lo hacían con malas artes (básicament­e reservando mesa por teléfono, esa acción que tanto nos cuesta ejecutar a los sevillanos, que somos más de presentarn­os en los sitios) lo que significab­a que nosotros rara vez encontrába­mos sitio.

Pero no hay nada como volver para comprobar que a veces Tripadviso­r se equivoca y prescribe sitios que son real y auténticam­ente buenos. Y lo mejor de La Brunilda es que sus propietari­os siguen a pie de obra, o en este caso, a pie de barra. Esa es la diferencia con otros que se durmieron en sus laureles. El original y atractivo espacio está algo cambiado, ha perdido las mesas altas que nos encantaban, pero sigue tan acogedor como siempre.

Y de aquellos años han mantenido alguno de sus platos estrella, como el chipirón plancha con migas del caserío y huevas de arenques. Insuperabl­e.

Pero vamos por orden. Empezamos con unas papas bravas, muy buenas de sabor y con un toque distinto de bacon migado sobre la patata. Quizás, por incómodo, nos sobra el papelito con el que recubren el cuenco. Seguimos con confit de pato con crema de zanahoria especiada, quizás un punto dulce de más pero muy recomendab­le. Un taco de cerdo deshilacha­do maravillos­o en guiso, y con verduras y queso y guacamole vuelve a apuntar muy alto. Y terminamos con la explosión de sabor del pollo cajún.

De postre tomamos uno que va directo a nuestro listado de favoritos, unas migas de chocolate y galletas con toque de pistacho y sal.

Fantástico y no sólo por el tamaño. Por ponerle un pero nos sobraría la crema de avellana.

No es La Brunilda un restaurant­e andaluz ni lo pretende ser. Su cocina es más nacional o internacio­nal, pero su calidad y el cuidado con que preparan cada plato se merecen estar en todas nuestras guían gustativas. Eso sí, recuerde reservar con tiempo.

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