Agricultores de Sevilla se preparan ante la gota fría
Los agricultores se preparan para los rigores de la sequía que, después de cinco años, pasa factura a cultivos y tierras. Y lo hacen intentando que la cosecha sufra lo menos posible y actuando en sus fincas para retener el agua que prevén caerá, cuando menos se espere, pero en forma de gota fría. Con los cultivos de cereal o leguminosas, como el trigo, el garbanzo o la haba, ya no hay nada que hacer. Pero en el olivar, agotado por la falta de lluvia durante los últimos años, todavía tienen una posibilidad para salvar la producción y el árbol.
Un grupo de agricultores de Arahal trabaja en este sentido porque la experiencia les dice que nadie vendrá a solucionar el problema. «Oigo a diario los informativos y hablan de todo menos de la solución que le van a dar al campo. ¿De verdad que no se dan cuenta del impacto brutal que supone esta crisis del sector primario?», se pregunta uno de estos agricultores, séptima generación de una familia dedicada al campo. Y sentencia: «cuando vayan a comprar un plátano y no haya, o el pan suba tanto que no sea asequible para la mayor parte de las familias, entonces será demasiado tarde». Por su parte, dice estar haciendo todo lo que puede, «con el agua al cuello» pero sin haber caído una gota en meses. Ve cómo el sol implacable ha golpeado primero el esquimo y cada día espera que cuaje la aceituna. Otra cosecha mala. Y gastan los últimos cartuchos: «Le hemos hecho al olivo una poda abusiva para clarear las ramas y que no se cargue de aceitunas», esta medida ha sido especialmente practicada en tierra de secano.
No obstante, no vale en todos los terrenos. «En la Campiña donde la mayor parte de los terrenos son llanos, la tierra se abre en regajos y hay que moverla, aunque solo sea con el rodillo, para poder taparla. De lo contrario, sufrirán las barbillas (raíces nuevas del olivo) porque quedan expuestas al sol y el olivo acaba secándose».
Otra de las medidas para luchar contra la sequía que siguen a rajatabla los agricultores es extender por las parcelas de olivar los restos de ramas de la poda, para que sirvan de alimento y protección al suelo. Estos restos acaban secándose y, apenas llueva con un poco de fuerza, se los lleva el agua. Por lo que tampoco es la panacea.
Precisamente, uno de los agricultores consultados por ABC, Francisco Manuel Fernández, realiza en estos días trabajos de asentamientos de tierra en su parcela. Cuenta que cada finca tiene por su situación diferentes características, en la suya hay una vaguada donde va a parar el agua de varias laderas. Y no hay piedras que aguanten las raíces de los olivos por lo que, si no interviene, acaba perdiendo sedimentación cuando llueve con fuerza, y es el árbol el que sufre las consecuencias
Cualquiera podría pensar que, ante la falta de lluvia, no hay motivo para actuar. Francisco Manuel, aparte de conocer el campo desde pequeño —procede de una familia de agricultores— sabe que hay que estar preparados para los cambios meteorológicos. Por eso estos días, el principal problema del agricultor es la sequía, pero están seguros de que, detrás de estos periodos largos sin que caiga una gota de agua, llegan aquellos en los que las tormentas descargan muchos litros en pocas horas llevándose por delante sedimentos y dejando las raíces de los olivos expuestas. Es el fenómeno meteorológico que se conoce como gota fría.
En su finca, situada en Pago Redondo, una de las zonas por la que, según indica, «pasan todas las tormentas camino de Montepalacio», el agua corre buscando la salida procedente de varias laderas más altas y ha perdido mucha sedimentación. Ante la posible llegada de tormentas, este agricultor arahalense ha transportado hasta su finca 36.000 kilos de piedras de diferentes tamaños para rellenar el cauce que ha provocado el agua de lluvia en sus tierras.
Colocar piedras
Se trata de un laborioso trabajo ya que ha tenido que colocar las piedras de una en una, encajándolas como un puzle para que el agua no las mueva. Y ha tenido que hacerlo dejando el desnivel suficiente con el resto del terreno para que el agua no busque otra salida diferente y le cree un nuevo problema en la finca. «Las piedras no se pueden colocar en la cota natural del terreno o, de lo contrario, el agua provocaría una escorrentía; si la pongo más alta, el agua se va por otro lado. Tengo que conseguir que siga pasando por el mismo lugar y vaya sedimentando el terreno», explica Francisco Fernández. Esta actuación es muy costosa pero «hay que hacerlo o te quedas sin finca».
El agricultor es también ingeniero agrónomo y formador de nuevos agricultores por lo que conoce sobradamente la situación actual del campo. Y coincide en que, aunque para recibir las subvenciones de la PAC hay que dejar un manto vegetal en la tierra, dice que «hay terrenos de secano que requieren tapar las grietas y es necesario el laboreo porque es la única manera de conservar la humedad a una profundidad de 30 centímetros».
Los agricultores proponen para paliar los efectos de la sequía, cada año más persistentes, crear en las fincas pequeñas infraestructuras. Uno de los consultados dice que llevan tiempo poniendo medidas. «En el olivar de regadío tenemos instalados microtubos y siempre se riega de noche para que el suelo aproveche más la humedad. Y muchos optamos por poner placas solares en los pozos, la única manera de reducir gastos».
Se enfrentan a la escasez de lluvia de los últimos años que empeora en cada cosecha, a la vez que se disponen para los efectos en las tierras que dejarían las tormentas
Solución Un agricultor coloca 36 toneladas de piedras en su finca para rellenar el cauce que dejó en su día los efectos de la lluvia
Preparativos «Le hemos hecho al olivo una poda abusiva para clarear las ramas y que no se cargue de aceitunas» como medida preventiva