Bildu utiliza a los ex-presos de ETA como guiño a su sector más radical
▸ Otegi quiere acallar las críticas que recibe por su complicidad con el Gobierno de Sánchez
pierna y en el segundo sus heridas fueron muy graves–, el padre decidió marcharse del País Vasco y se trasladó con su familia a Logroño: «Para él, peor que los atentados fue el asesinato de su mejor amigo, Ramón Baglietto, el 13 de mayo de 1980. Ese verano empezamos una nueva vida en La Rioja. Después de cuatro años en los que mi padre no cesó de recibir visitas de sus familiares y amigos comenzamos a hacer viajes esporádicos a nuestro pueblo. Fue asesinado el 31 de diciembre a las nueve de la noche al salir del último bar de ‘txikiteo’, mientras la familia le esperábamos para cenar». Begoña Uzkudun fue la terrorista que pasó la información a los pistoleros. «Dio el chivatazo y ocultó a los terroristas que mataron a nuestro padre. Fue condenada a cárcel y cumplió su pena como se cumplen en nuestro sistema penitenciario, pocos y mal», explican.
«Ahora que está reinsertada para la sociedad, pero no para nuestra familia –continúan las hermanas– se presenta a las elecciones de Régil. Pues bien; nosotras decimos con voz alta y firme que no debemos aceptar que una persona condenada por delitos de sangre, sea terrorista o no, pueda presentarse a ninguna elección ni municipal, ni autonómica, ni general ni europea. Begoña podrá llevar la vida privada que le plazca, pero que nunca pueda representar a los ciudadanos». Esta exetarra, incluso tras cumplir su pena, añadía en un medio abertzale otra nota macabra: «Los presos pueden aportar mucho en el ámbito político y humano; queremos a los presos de nuestro lado. Les queremos cuanto antes en la calle».
«Ampollas»
En Munguía, el pueblo en el que se presenta Torres Altonaga, la tónica es parecida a la de Legutiano y Ciérvana. Ni el PNV, al frente del ayuntamiento, ni Bildu quieren hablar con ABC. Sí lo hace un joven de Santurce, que prefiere el anonimato. «Este tema ha levantado algunas ampollas, pero entre los directamente afectados. El resto lo vive con tranquilidad. A nadie le gusta hablar de esto, porque conocemos gente en los dos lados –otra vez la equidistancia– y ha pasado ya mucho tiempo. A la mayoría de los que acabaron en prisión los trataban desde muy jóvenes, lo mismo que a sus familias, y las ayudaban. La gente quiere pasar página». «Esto de las listas de Bildu se entiende peor fu era de Euskadi que aquí», concluye. Tiene razón y quizá ese sea el verdadero problema: que en el País Vasco se normalice que individuos que se mancharon las manos de sangre para imponer sus ideas totalitarias acaben en listas de una coalición presuntamente democrática, pero que aún hoy no ha condenado de forma expresa el terrorismo de ETA.
La presencia de cerca de medio centenar de ex-presos de ETA, en algunos casos con las manos manchadas de sangre, en las listas electorales de Bildu responde a una estrategia diseñada por su líder, Arnaldo Otegi, para satisfacer al ala más radical de la coalición abertzale. Estos candidatos, por tanto, son utilizados como una herramienta para acallar algunas críticas que habían surgido contra la dirección de la formación independentista por su excesiva cercanía al Gobierno de Pedro Sánchez.
No es la primera vez que Bildu incluye a exterroristas en sus listas. La novedad es que lo hace después de haber sido socio estratégico del Ejecutivo en esta legislatura. La incógnita ahora es determinar en qué medida los socialistas pagarán en las urnas los acuerdos con esa coalición. Sánchez intentó el viernes minimizar los daños desde Washington al calificar de «no decentes» las listas de su socio. El alcance de la polémica no parece que vaya a diluirse en los próximos días, lo que le deja en una situación complicada.
En EH Bildu, según las fuentes consultadas por ABC, hay dos 'almas': una, constituida por aquellos que condenaron el terrorismo cuando ETA aún asesinaba; la segunda, por los que lo defendieron y justificaron. Estos últimos solo han accedido a desmarcarse de la «violencia» en general, pero no a condenar las muertes, secuestros y extorsiones que eran la moneda común en la actuación de la organización criminal.
Media docena
Sortu, el principal partido de la coalición, acoge en su dirección a media docena de exetarras, algunos tan relevantes como el último jefe de la banda, David Pla, o Elena Beloki, que estuvo en el aparato internacional. Para entenderlo se podría recordar algo que escribió hace muchos años Eugenio Etxebeste, alias 'Antxon', exdirigente de la organización terrorista que ya en 2010 decía que la «lucha armada había tocado techo». Antxon era partidario de continuar las negociaciones con el Gobierno celebradas en Argel, pero aun así advertía: «No hay que olvidar que todo lo que somos se lo debemos a ETA».
El colectivo de presos es muy sensible para Bildu, pues tiene un gran potencial dinamizador del voto. Por eso para Otegi era tan importante arrancar de Sánchez el compromiso de acercar a todos los reclusos etarras en una primera fase y que se materializara el traspaso de la competencia de Prisiones al País Vasco después, para que fuera la administración nacionalista del PNV la responsable de conceder los terceros grados, que obviamente se han acelerado aunque la Fiscalía haya conseguido revocar algunos de ellos.
Con estas concesiones, Otegi logró justificar que Bildu sea haya convertido en socio estratégico del Gobierno del PSOE, aunque para mantener ese apoyo ha subido la apuesta: en la siguiente legislatura todos los presos tienen que estar en la calle. Sabe, además, que Sánchez solo tiene opciones de repetir en La Moncloa apoyándose en los mismos partidos que hasta ahora, lo que sitúa a la coalición abertzale en una posición de fuerza para próximas negociaciones.
Hay que recordar que Bildu, como apuntó hace unos días el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, no apoyó recientemente una iniciativa en el Parlamento vasco para que las instituciones garanticen las políticas de reconocimiento, verdad, justicia y reparación de las víctimas «eliminando los agravios sufridos y los que pudieran provocárseles». Una postura coherente por lo demás con el hecho de que ni siquiera firmara el llamado «suelo ético» fijado por la Ponencia de Paz y Convivencia del Parlamento vasco, a pesar de lo cual tanto los nacionalistas como el PSOE mantienen relaciones normalizadas con Bildu. Ahora se rasgan las vestiduras. Ya se verá hasta cuándo.