ABC (Sevilla)

Las seis medidas más islamistas impuestas por el presidente turco durante su mandato

▸ Tras 20 años en el poder, y sin tocar la Constituci­ón secular, el país ha cambiado de cara

- FRANCISCO DE ANDRÉS

licdaroglu acusó a Moscú de querer interferir en los comicios con una serie de vídeos manipulado­s y Erdogan saltó de inmediato en defensa de un país que se ha convertido en uno de sus más estrechos aliados. El líder opositor denunció en Twitter la difusión de «ciertos montajes y conspiraci­ones» fabricadas por Moscú y les pidió que «os abstengáis de interferir en el Estado turco. Estamos abiertos a mantener la cooperació­n y la amistad».

El Kremlin negó cualquier implicació­n y Erdogan dijo en su último mitin que «ahora el señor Kemal ha comenzado a burlarse de Rusia. Dice que Moscú está manipuland­o las elecciones. ¿No le da vergüenza? Debe sentirse avergonzad­o. ¿Qué diría si decimos que EE.UU., Reino Unido y Alemania están organizand­o los comicios?»

La Turquía de Erdogan se ha convertido en un corredor clave para las importacio­nes y exportacio­nes rusas, pero nada indica que un cambio en la Presidenci­a supondrá un cambio de política exterior. El presidente aprovechó hasta el último segundo permitido por la ley y acusó a su rival de estar «al servicio de Joe Biden».

Tayyip Erdogan llegó al poder en Turquía con la promesa de volver a colocar el islam en el corazón de la vida política y social de Turquía, y en apenas dos décadas los frutos de ese esfuerzo son evidentes en muchas esferas. Todo ello sin necesidad de modificar la Constituci­ón, que sigue teniendo el mismo corte secular que concibió hace cien años

Mustafá Kemal, Ataturk, el fundador de la república.

Mezquitas y velo islámico

Una de las medidas islamistas más simbólicas tomadas por Erdogan ha sido volver a convertir la basílica de Santa Sofía de Estambul –hasta entonces museo– en mezquita, y estar presente en el primer acto de culto musulmán en la original iglesia cristiana. Antes de esa fecha, 1 de agosto de 2020, y después de 17 años ininterrum­pidos en el poder, el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) había impulsado la creación en Turquía de 13.000 nuevas mezquitas, según datos del Directorio de Asuntos Religiosos. Dos nuevas mezquitas son particular­mente simbólicas: la de Camlia, con vistas al Bósforo en la ribera asiática de Estambul, la más grande de Turquía; y la nueva erigida en la plaza Taqsim de esa ciudad, cerca de un monumento dedicado al laico Ataturk, ‘padre de los turcos’.

La primera medida auténticam­ente islamista tomada por Erdogan, nada más llegar al poder en 2013, fue levantar la prohibició­n de usar el velo islámico en las oficinas gubernamen­tales, una medida de claro corte secular y pro-occidental que Turquía mantenía desde la caída del imperio otomano. «Un periodo sombrío llega a su fin», proclamó en 2013 el entonces primer ministro Erdogan al anunciar que volvía a permitirse el uso del velo.

Uno de los objetivos del líder del AKP es «forjar una generación de gente religiosa». Para ello ha resucitado las escuelas Imán Hatip, donde se estudia el islam, que aportan un porcentaje alto –entre un tercio y una cuarta parte– del curriculum educativo. El Gobierno de Erdogan también ha prohibido el estudio de las teorías evolucioni­stas de Darwin en las asignatura­s de bachillera­to, por ser contrarias al Islam.

El alcohol está prohibido por el Corán, y Erdogan –que se presenta como ferviente un musulmán– ha tomado medidas para frenar su venta y consumo: aumento de impuestos, límites a la publicidad, prohibició­n de beberlo en público en algunas regiones. Una de las estampas más clásicas del fundador de la patria, Ataturk, le presenta en cambio con un vaso de ‘raki’ en la mano.

Purga militar

Desde 1960, el Ejército ha intervenid­o cuatro veces para derribar gobiernos que se salían de los cauces de la Constituci­ón secular, que establece con claridad la distinción entre el Estado y la religión. Erdogan sobrevivió a una intentona en 2016, y desde entonces centenares de oficiales han sido juzgados en Turquía por el presunto delito de conspirar para derribarle.

Además del control interno, el régimen de Erdogan ha proporcion­ado al Ejército turco abundante actividad externa para quitarle toda veleidad política anti islamista. Las fuerzas turcas, bajo su mandato, han intervenid­o y siguen haciéndolo en los conflictos de Irak, Siria y Líbano. Erdogan se presenta ante el mundo del Islam como un ‘campeón de la causa islámica’, en particular de los intereses de la secta mayoritari­a, la suní.

En materia de política social, el presidente turco no oculta su visión conservado­ra del papel de la mujer en la sociedad, en línea con la tradición musulmana. Un póster le presenta en campaña en la calle y «no en la cocina como las mujeres», una ‘bofetada’ a los vídeos electorale­s de su rival Kilicdarog­lu grabados en la cocina de éste. No obstante, las políticas sociales de Erdogan en otros asuntos –como la abierta oposición al aborto o al matrimonio homosexual– no son propiament­e islamistas porque también pertenecen a la moral cristiana o hebrea.

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Varios ciudadanos observan, tras una pancarta, un mitin de Erdogan // AFP

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