El Banco de España le da un baño de realidad al sanchismo-ficción
CON PERMISO
cadell, en Baleares; o los célebres terrenos de la operación Campamento. Actuaciones que forman parte de las otras 16.000 viviendas destinadas a alquiler social y asequible que el Gobierno ya había activado anteriormente y que aseguran que ya están movilizadas.
Son, estas últmas, viviendas las que Sepes asegura tener ya movilizadas como parte del Plan de Viviendas para el Alquiler Asequible (PVAA), con el que el Gobierno de Sánchez pretende aumentar el parque público en 184.000 casas durante el transcurso de los próximos años. En este sentido, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, aseguró esta semana que 68.000 de ellas están ya firmadas, desarrolladas y habitadas. En este último término estarían 14.000 pertenecientes al ‘banco malo’ (Sareb), delas cuales 7.000 están ocupadas de forma ilegal, como ya contó este periódico.
MARÍA JESÚS PÉREZ
LO dice un viejo refrán: «Prometer y no dar, no descompone casa». Con no cumplir mañana lo que se promete hoy, todo apañado. Algo que, en la actualidad, se hace hasta inflacionario –o viral, como gusten, ya saben, los nuevos tiempos–, de la cantidad de promesas y promesas que se lanzan por día, y digan lo que digan los que dicen, valga la redundancia, que lo suyo no es propaganda electoral, que eso es de los demás. Lo de siempre, la insana costumbre de ver la paja en el ojo ajeno y no ver el pedazo de viga que uno tiene atravesado en el propio.
Y es que, decía, es tal el nivel de inflación de promesas en los últimos días, incluso antes del arranque de campaña electoral, que ni a la ministra de la cuestión,
Nadia Calviño, le pueden cuadrar las cuentas, se ponga como se ponga de estupenda. Como no nos cuadran a los que nos da por hacer números el haber y el debe cotidiano a nivel micro, tanto como la macro a las grandes instituciones con predicamento. De hecho, los técnicos de Banco de España y los de Airef, por ejemplo, ponen en cuarentena muchas de las cifras de este Gobierno.
Pues bien, a falta de una oposición certera y efectiva en materia de política económica, es el
Banco de España el que se ha convertido en el lobo de la fábula sanchista. En su informe anual, el
gobernador, Pablo Hernandez de Cos, ha vuelto a usar su pluma acerada y sus inapelables cálculos para dejar contra las cuerdas las delicuescentes previsiones de Pedro Sánchez y Calviño, que tanto monta. La institución dice por las claras y sin adornos que, de continuar la actual deriva y si no se acometen profundos e inmediatos cambios de timón, España está condenada al estancamiento, en el mejor de los casos. Tesis en la que para mayor abundancia entra también la autoridad fiscal, la Airef, para exigir un severo ajuste del endeudamiento público. Para terminar de cercar al sanchismo matiza que «ha de hacerse de manera creíble». En concreto, auguran los antiguos compañeros del ministro José Luis Escrivá, un lustro de ajustes fiscales para cumplir con lo exigido por Bruselas. Calculan que los ingresos están inflados en 10.000 millones y que partimos de un déficit público que, en 2023, será 15.000 millones superior al previsto. Por tanto, habrá que ajustar entre 4.000 y 6.000 millones del déficit cada año hasta 2027, a sumar por cierto a los 20.000 ya anunciados, amén de que dudan que la previsión de ingresos del Gobierno con los que paliar el déficit son en exceso optimistas.
Y mientras, la inflación... muy contenida no está, no, a pesar de que Calviño se esforzaba el viernes pasado en presentar el dato como un indicio de que el episodio inflacionista de los últimos dos años empieza a encarar su recta
Estamos ante el Gobierno Robin Hood. Se lo quita a los pobres para no dárselo a nadie. Empezó por no deflactar el IRPF, que es tanto como recortar, y ya van por la expropiación de viviendas en Cataluña. El Banco de España y la Airef alertan de la que se avecina en España, pero Sánchez corre a Washington a seguir vendiendo humo mientras aquí sus socios Otegui y Colau juegan con fuego en la política económica y social
final. Por ello, subrayaba que ese 4,1% en abril supone menos de la mitad que el 8,3% en que andaba el IPC hace ahora un año. Pero el asunto es que la subida de los precios es acumulativa y ese 4,1% se suma al 8,3% que había el año pasado de modo que la subida de los precios respecto a hace dos años supera con holgura el 12%. Y la ministra lo sabe. ¡Vaya que si lo sabe! De bulo en bulo hasta la victoria final. Esa es la acción ‘fake’ del Gobierno en pleno hasta el recuento de votos. Como el bulo bumerán de Escrivá que gritaba ‘in crescendo’ en el Congreso, como si le fuera la vida en ello, que no hay que pedir cita para los servicios de la Seguridad Social. ¡No qué va! ¡Que se lo diga a los que llevan semanas y semanas esperando!
Como sabe Sánchez que de lo que no cuesta se llena la cesta. Un populismo fresco para cada viejo problema. Seguro que Lula (Brasil) y Petro (Colombia), por colleras, le habrán dado útiles consejos al respectó tras sus recientes paseos por La Moncloa. La última ocurrencia ha sido que llueva café en el campo, en forma de paguitas o lo que sea menester con tal de mantener a los tractores fuera del circuito de protestas. Otro tanto ha hecho con las viviendas: ¿que los jóvenes quieren casa? Pues se les expropian a sus legítimos propietarios y a otra cosa. Empezando por
Cataluña, donde los okupas se manifiestan contra los okupados. Así estamos. A Sánchez y su leal servidora Calviño –esto de la vocación de servicio daría para un libro extenso– les han debido de pasar un informe ejecutivo de la biografía del jefe de Netflix, Reed Hastings, y solo se han quedado con lo peor, que ha de ser lo más conveniente. A saber: «Aquí no hay reglas» y «el trabajo duro es irrelevante». Mientras Sánchez ha salido volando a hacerse la foto en
Washington para dar apariencia de relevancia mientras aquí, en el foro, sus socios de Gobierno de
Bildu hacen las alineaciones electorales con lo peor del terrorismo etarra. Y toque de silencio no vaya a ser que en Estados Unidos se den cuenta de a quién han cedido el atril del ala oeste de La Casa Blanca.
En esta España sanchista de promesa y patada hacia adelante, de mucho decir y poco hacer, los beneficios del Ibex en el primer trimestre ha caído por encima del 10%, que se suma al retroceso del 7% con el que se cerró 2022. De la productividad ni hablamos y qué decir de la seguridad jurídica para empresas y particulares. Mejor leer el informe del Banco de España que el programa electoral de algunos. Siempre se me indigestó la ciencia ficción, gran enemiga de la economía.