Dos meses insólitos en el océano desatan las dudas científicas
▸El calentamiento en la superficie ha sido rápido, demasiado amplio y se ha mantenido excesivo tiempo. Expertos debaten si está aflorando la energía acumulada que estaba oculta
No se conocen precedentes a lo que está ocurriendo este año en la superficie marina y tampoco hay una explicación científica clara. Del 1 al 5 de marzo, la temperatura media del océano alcanzó su máximo desde que hay datos satelitales. Luego, durante estos últimos dos meses, el registro se ha mantenido en niveles inéditos para las mismas fechas. En resumen, el calentamiento ha sido rápido, ha sido demasiado amplio y se está manteniendo durante demasiado tiempo. No hay un fenómeno natural que lo explique por completo y los estudios climáticos tampoco preveían este comportamiento a estas alturas de siglo. ¿Es una combinación de factores? ¿El océano ha comenzado a aflorar el verdadero nivel calorífico de sus profundidades? La situación «es extraordinariamente inusual y no sabemos todavía por qué está ocurriendo», dice Raquel Somavilla, investigadora del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC).
En el océano, lo que a primera vista parece un pequeño cambio –apenas décimas– puede producir una cascada de consecuencias. Las alteraciones en la temperatura de la superficie repercuten no solo en la vida marina, sino también en el clima mundial. Las olas de calor, las inundaciones o los huracanes extraen de aquí la energía que los alimentan. A más grados, también se acelera el aumento del nivel del mar, al expandirse el agua.
No es casualidad que el año que ostentaba hasta ahora el récord de temperatura oceánica sea el mismo en el que se batió la temperatura media del planeta. Fue 2016, cuando el fenómeno natural El Niño –en el que la superficie del Pacífico oriental ecuatorial se caldea– impulsó hasta los 21 grados la temperatura media de la superficie marina. Ese año murió un tercio de los arrecifes de la Gran Barrera de coral por el calor y se alcanzaron en Kuwait hasta 54 ºC, récord en el hemisferio oriental.
El problema radica en que este 2023, sin que El Niño haya mostrado todavía todos sus efectos, la superficie oceánica ha alcanzado ya una temperatura aún mayor: 21,1º.
«El evento del Niño no se ha desarrollado aún, de manera que no hay explicación para el aumento tan pronunciado de la temperatura superficial del mar», explica Somavilla. El momento en el que se ha producido el pico de temperatura de 2023, añade, también es excepcional. La curva siguió en ascenso hasta los primeros días de abril, a pesar de que tradicionalmente el máximo anual se da a lo largo de marzo.
Los pronósticos de la Organización Meteorológica Mundial dicen que hay una probabilidad del 80% de que el fenómeno El Niño, que impulsa las temperaturas en superficie de forma natural, vuelva entre julio y septiembre, sumándose a los efectos muy altos ya de base del calentamiento global.
De hecho, la incipiente formación de este fenómeno natural es lo que Kris Karnauskas, investigador de la Universidad de Colorado (EE.UU.), cree que está detrás del reciente aumento de la temperatura en el océano. «La magnitud del cambio en el Indo-Pacífico tropical eclipsa la media global», analiza. Aunque no es el único punto oceánico en plena ola de calor: también hay fuertes anomalías en el Pacífico norte cerca de Alaska o frente a la costa atlántica española.
Calor oculto
Con un incipiente El Niño o sin él, el comportamiento ha desatado las dudas en la comunidad científica sobre el papel que está jugando el cambio climático, hasta qué punto sus efectos han estado ocultos en las profundidades del océano y si podría estar aflorando una posible aceleración de los impactos del calentamiento global.
Porque cuando el aumento de temperatura no se corresponde con lo esperable para la época el año, «inevitablemente ello podría implicar que estemos ante un aumento de temperatura a largo plazo más rápido del que podíamos prever», dice Somavilla.
«Lo que estamos observando ahora es lo que parece una rápida aceleración del aumento de la temperatura de la
«Lo que observamos es extraordinariamente inusual y no sabemos todavía por qué está ocurriendo», dice Somavilla