ABC (Sevilla)

Se publica ‘Días sin escuela’, la primera novela de Umbral

▸El texto, ambientado en León, vertebra en tríada, junto a ‘Balada de gamberros’ y ‘Tamouré’, el debut en libro del periodista en el año 1965

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Algún día Francisco Umbral adornó de borradores silvestres sus dos primeras obras, que son ‘ Balada de gamberros’, y ‘Tamouré’, ambas fechadas en el 1965, ahí en la horma equívoca de la novela breve o el relato largo. Pero resulta que no son dos las obras inaugurale­s de la obra arborescen­te de Umbral, sino tres, porque acaba de rescatarse ‘Días sin escuela’, un texto de ese mismo año citado, que hace hermandad de ancla y también hermandad de vuelo con los anteriores, donde se arriesga el más difícil todavía del cuento que cuenta nada. Que cuenta nada, sí.

‘Balada de gamberros’ es eso mismo, una partitura canalla, un tarareado en prosa donde unos chicos siguen la demora de la vida salvaje. ‘Tamouré’ aúpa un relato del clima de la nada de un fragmento de verano, donde unos chavales cantan en la lejanía ‘Tamouré’, canción sin canción, sólo bella palabra recalidísi­ma, que da motor de música a un texto concéntric­o que nace y muere por cualquier sitio, como un chaparrón de errancia. Mucho de ambos libros ocurre en ‘Días sin escuela’, y casi yo diría que los tres libros pudieran ser un mismo libro, donde se acredita «el vuelo sin motor», según acuñación de Ruano; un mismo libro interrumpi­do, en tres compases, donde la forma siempre edifica el fondo, donde la palabra improvisa el sentido, donde el tema es no tener tema alguno. ‘Tamouré’ es una prosa que da vueltas alrededor de una deshora de agosto. ‘Balada de gamberros’ hace lo mismo, pero alrededor de un ocio caníbal. Y también ‘Días sin escuela’ repite esa fórmula sin fórmula, con la ciudad de León de fondo.

Era difícil imaginar que Umbral, que no perdonaba un folio, dejara algo inédito. Pero aquí está. Estas páginas vertebran, en tríada, el debut en libro de Umbral, que bebe del relato, un género que nuestro autor sólo ofició de joven, y sin continuida­d luego en su promiscua obra memoriosa, desordenad­a y desobedien­te. De ahí que este título de Umbral resulte, hoy, una gozosa novedad doble: es una rareza de género en su obra sin género, y es una reliquia de debutante de la que no sabía nadie, o casi nadie. Hay que felicitars­e. ‘Días sin escuela’ prueba a re

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