Roglic le pone el picante a la obra maestra de Healy
CICLISMO / GIRO DE ITALIA
Tras ocho jornadas, despega el Giro, saca las garras la prueba italiana. Tocó aplaudir a Ben Healy, que se llevó la victoria con una actuación dictatorial, y a Primoz Roglic, que tras su hibernación decidió meterle un buen susto a Remco Evenepoel, que aguantó como pudo un épico ataque final del balcánico en pleno ascenso al Capuccini.
Verdes praderas y exigentes subidas escribieron el argumento de la octava etapa del Giro de Italia, 207 kilómetros de pura naturaleza entre Terni y Fossombrone, justo en medio de la bota. Un paisaje precioso que debió provocarle un ‘dèjá vu’ al irlandés Ben Healy, criado en la campiña inglesa, que se sintió como en casa durante toda la jornada, espléndido el ciclista del Education First. Con solo 22 años y su anómala melena castaña, se descolgó desde muy pronto con un ataque fantasmagórico. Bravo, seguro de sí mismo y casi disfrutando de su superioridad, el irlandés escribió un monólogo perfecto, una obra maestra de cabo a rabo en la que él fue el único protagonista. Corrió solo y llegó solo a la línea de meta, premio para un ciclista todoterreno que, por encima de todo, ama su trabajo (en la última ParísRoubaix acudió como aguador de sus compañeros solo porque quería ver «una clásica desde detrás de las vallas»).
Sin embargo, la batalla estaba kilómetros atrás. En el último tramo de la etapa, el avispero de Jumbo comenzó a agitarse con una sola misión: propulsar a Roglic. El esloveno, que había tenido un inicio de Giro decepcionante, dio un ramalazo de campeón en el doble ascenso al Capuccini. Comenzó a volar y Evenepoel, con el que mantiene una rivalidad espectacular, hizo lo que pudo. El belga aguantó el envite para que la sangría no fuese imparable y luego dejó que Roglic, simplemente, disfrutase. Al cruzar la línea de meta, hubo premio: le recortó quince segundos a su archienemigo.
CLASIFICACIONES
ETAPA 7 (Terni-Fossombrone, 217 kms.)