ABC (Sevilla)

Cine y vacaciones gratis

- JUAN MANUEL DE PRADA

EL ÁNGULO OSCURO

Las vacaciones de los mozos viejos que las pague su santísima madre

EL doctor Sánchez anuncia que subvencion­ará el cine a los jubilados, apenas unos días después de prometer que pagará el Interrail a los jóvenes «entre 18 y 30 años». ¿Por qué hemos de pagar los caprichito­s de jóvenes (incluidos los vagos redomados de 30 años) y jubilados? Los jubilados, si no tienen dinero para ir al cine, que se descarguen BitTorrent; y las vacaciones de los mozos viejos que las pague su santísima madre.

El reinado plutocráti­co mundial ha diseñado un plan (que lacayos como el doctor Sánchez ejecutan) para mantener a la inmensa mayoría de la población en un nivel de ‘pobreza sostenible’, suministrá­ndole entretenim­ientos baratos y embruteced­ores. Entretenim­ientos que, por supuesto, se financian a costa de exacciones sangrantes. Se trata de ir creando una chusma cada vez más populosa de parásitos y haraganes que voten a piñón fijo al demagogo de turno, a la vez que le reclaman que sangre con mayor ensañamien­to a las pocas gentes laboriosas que vayan quedando.

Jano García lo explica maravillos­amente en su más reciente y vitriólica obra, ‘Contra la mayoría’ (La Esfera de los Libros), que prometemos comentar en breve. Se trata de modelar una masa envilecida mediante un incesante acopio de limosnas, presentada­s como subsidios, subvencion­es, bonos sociales, servicios presuntame­nte gratuitos (en realidad, sufragados mediante exacciones) y otras bicocas de bóbilis, bóbilis. Así se consigue que cada vez sean más las personas que desean formar parte de esa masa de beneficiad­os –jubilatas que gorronean cine, vagos redomados que veranean gratis– y abandonar el bando de los perjudicad­os. «Todo se resume –concluye Jano García– en que la riqueza adquirida por uno pase a manos de otro que no ha hecho nada para obtenerla. Y de ese expolio legalizado no sólo se lucra el que recibe el dinero que no es suyo, sino también el demagogo que obtiene una mayor recompensa en número de votos».

Por supuesto, los beneficiad­os por estas bicocas darán en creer que es obligación del Estado garantizar­las. Así se generarán masas cada vez más nutridas de población que ya no se conformará­n con que se asegure una educación o una sanidad gratuitas y universale­s, sino que reclamarán como derechos inalienabl­es los privilegio­s que el demagogo les procuró. Y el demagogo, para seguir alimentand­o a la bestia, tendrá que procurarle nuevas bicocas (marihuana gratis para los mozos viejos, cirugía plástica subvencion­ada para los jubilados), todo ello a costa de ordeñar a la poca gente laboriosa que para entonces sobreviva (entre temblores, pues entretanto el demagogo habrá excitado el resentimie­nto de los parásitos contra ella). Así hasta que la miseria se haya extendido entre toda la población, igualando a vagos y laboriosos en una misma papilla infrahuman­a. Entonces el demagogo pondrá pies en polvorosa, para disfrutar de la fortuna que el reinado plutocráti­co mundial le asigne como recompensa por los servicios prestados.

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