ABC (Sevilla)

BILDU SALE A RESCATAR A SÁNCHEZ

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Moncloa no puede pretender que el electorado dé por normalizad­o algo tan anómalo y dañino como la existencia de terrorista­s en listas, mientras además Otegi pisotea la historia

ARNALDO Otegi y Bildu salieron ayer al rescate del PSOE al anunciar que siete de los 44 miembros de ETA que nutren las listas de ese partido en las elecciones municipale­s –justo los que fueron condenados por delitos de sangre– no serán concejales si finalmente son elegidos. El trasfondo de esta decisión no puede ser otro que el de conversaci­ones entre emisarios de Sánchez y Otegi después de que el escándalo de las listas de Bildu haya capitaliza­do los cinco primeros días de la campaña electoral, y esté afectando seriamente a la credibilid­ad y las expectativ­as de un Sánchez que se ha tomado estos comicios como un plebiscito de reivindica­ción personal.

Sin embargo, y aunque se quiera disfrazar de buena noticia que siete etarras que han matado no serán concejales, es grave que continúe habiendo otros 37 más en las listas. Es verdad que no tienen delitos de sangre, y que todos ellos fueron condenados como miembros de ETA o colaborado­res. A efectos jurídicos y penales puede no ser lo mismo asesinar que ayudar a asesinar, pero a efectos políticos, y desde la perspectiv­a ética y de decencia pública que tanto invoca el PSOE, es similar tener a un asesino como candidato que tener al ayudante de ese asesinato. No puede haber ninguna diferencia en términos morales, y ambas conductas son execrables si de lo que se trata es de que sean elegidos como representa­ntes de los ciudadanos en cualquier ayuntamien­to. Que legalmente no haya ningún impediment­o para ello no les exime de su pasado. Ni siquiera las listas han servido para que se arrepienta­n de sus crímenes, y mucho menos aún se puede justificar así que los etarras sean presentado­s como víc

RETROCESO EN COMPRENSIÓ­N LECTORA Y BRECHA SOCIAL

Por primera vez desde que en 2006 empezó a evaluarse la comprensió­n lectora en los niños de Primaria, España ha retrocedid­o en esta prueba. Se han aplicado cuatro y en la última nuestro país ha puesto fin a su progresión en el examen aplicado entre 2016 y 2022. Dos tercios de los países participan­tes han bajado su rendimient­o lo que se atribuye a las alteracion­es causadas timas «sacrificad­as», que es justo lo que hizo Otegi para fundamenta­r su ayuda al PSOE. Eso sí es indecencia.

Es difícil pronostica­r si a estas alturas de campaña este flirteo constante entre el PSOE y Bildu va a dejar de penalizar a los socialista­s. Lo que parece poco dudoso es que los sondeos internos que maneja Sánchez han debido causar mucha alarma interna en La Moncloa. Sólo así se entiende que al silencio inicial del Gobierno durante varios días, e incluso a la justificac­ión de pactos con Bildu como los que se mantienen en Navarra o en muchas leyes ya aprobadas, haya seguido de repente la queja amarga de todos los candidatos socialista­s lamentando las listas de Bildu. En unos días, este partido ha pasado de ser un socio legítimo como partido legal con representa­ción parlamenta­ria a ser una formación que «no nos gusta a los socialista­s».

El recorrido argumental hecho por el PSOE en toda esta semana no es sencillame­nte creíble. Y la prueba es que ayer en el Senado, y a petición expresa de Núñez Feijóo, Sánchez no se comprometi­ó a descartar nuevos acuerdos de futuro con Bildu. Toda esta estrategia responde a un criterio común: el PSOE intentará recuperar expectativ­a de voto ya sin terrorista­s con delitos de sangre en las listas, y Bildu finge ser comprensiv­o con la democracia, alimenta su falso discurso de paz social, y de paso mina la presencia pública del PNV. Sin embargo, y aunque Bildu saque réditos, el mal para el PSOE está hecho. Dudó cuando debió abroncar a Otegi, y eso se paga porque cala en su propio electorado. Sánchez y Otegi se necesitan mutuamente, y ese es el riesgo que el presidente debe asumir. Lo que no puede pretender es que todo el electorado dé por normalizad­o algo tan anómalo y dañino como la existencia de terrorista­s en los ayuntamien­tos, mientras Otegi pisotea la historia y se refiere a más de cuarenta años de asesinatos como el «ciclo anterior». Ese «ciclo anterior» fue un camino de muerte, sin más. Debería ser demasiado, sobre todo para el PSOE y la memoria de sus asesinados. por la pandemia. España, sin embargo, fue uno de los países que mantuvo menos tiempo sus aulas cerradas. También es alarmante la brecha que se manifiesta entre los estudiante­s de alto y bajo nivel socioeconó­mico en nuestro país. Los expertos subrayan que España está por debajo del promedio de la UE y de la OCDE, una brecha que ya se puede considerar de carácter «sistémico». El Ministerio de Educación ha suspendido la publicació­n de los datos desagregad­os por comunidade­s autónomas «por razones electorale­s», así que este baremo no servirá para discernir qué gobiernos gestionan mejor la educación.

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