¡Vamos que nos vamos de rojo!

LÍNEA DE FONDO

No es la Juve propensa a tropezar dos veces en la misma piedra ni el Sevilla de Mendilibar proclive a cambiarla ni de morfología ni de sitio

Gregor Mendel, austriaco antes que monje, fue el primero que describió las leyes básicas de las herencias genéticas a través de experimentos con plantas de guisantes. Cruzaba distintas variedades y observaba luego los rasgos dominantes y los nuevos, antes de decorar con ellos las ensaladillas decimonónicas. Lo que no pudo prever es la posibilidad de que cruzados diversos orígenes el resultado fuese siempre exactamente el mismo. Para eso hubiera tenido que vivir en el siglo XXI y experimentar con el Sevilla F.C. de la Liga Europea. Sea cuales sean las cunas, los perfiles, el ADN, que aporten banquillo y jugadores, el gen competitivo no cambia. Es el club quien, por ósmosis, les dota de él. Es por eso que mañana, Sevilla, el rojiblanco va a verte y estará hasta la muerte del partido contigo. Más que el día del Manchester, igual que la noche mágica contra el Schalke 04, tanto como la viviría en Budapest el 31 de mayo si la Séptima se pone a tiro de la caballería del Custer de Zaldibar.

Fue superior el Sevilla a la Juventus de Allegri en la ida, pero rendimientos pasados no aseguran los futuros. Es el presente lo que importa, su condición de semifinalista y a un solo paso, sólo uno, de intentar parir historia de nuevo, como las sextillizas que dio a la luz en Eindhoven, Glasgow, Turín, Varsovia, Basilea y Colonia. No son los juventinos propensos a tropezar dos veces en la misma piedra ni Mendilibar proclive a cambiarla ni de morfología ni de sitio. La clave estará en la capacidad de los italianos para sortearla y en la pericia de los locales para que choquen una y otra vez en ella.

De rojo en las gradas, miles de corazones que bombearán de continuo sangre en las venas de los jugadores, les toca a los que luchen en el césped atender a los dictados del cerebro. Porque es la cabeza la que manda en las emociones, por más que los poetas sitúen el centro logístico en el pecho. Con que este se muestre henchido de orgullo y sin miedo a que se lo partan, el sevillismo, en su temporada más estresante de los dos últimos decenios, lo reconocerá. ¡¡Vamos!!.