BILDU Y PSOE: SIGUIENTE ETAPA
La complicidad entre ambas formaciones no ha terminado y nada impide concebir que tras las elecciones de mayo sean los socialistas los que acaben favoreciendo gobiernos ‘abertzales’
QUE EH Bildu incorpore a personas condenadas por terrorismo en sus listas no constituye ninguna novedad. Sí es un hecho significativo que la formación política heredera del proyecto de ETA se haya convertido en un socio parlamentario preferente para un partido como el PSOE. Esta alianza habría sido inconcebible hasta hace pocos años, pero la ruptura del Gobierno de Pedro Sánchez con el patrimonio histórico del socialismo en España ha intentado forzar el proceso de normalización de la formación ‘abertzale’. Que el Partido Socialista se haya apoyado en Bildu no es la última etapa del proceso: estando a las puertas de unas elecciones que serán determinantes en el País Vasco y Navarra, empieza a hacerse posible que la geometría de la alianza se invierta y que terminen siendo los socialistas los que acaben facilitando gobiernos encabezados por aquellos que orgullosamente se exhiben como herederos del terror.
La complicidad entre el PSOE y Bildu se ha desarrollado en un curso tan constante como ascendente. En diciembre de 2019, en el marco de las negociaciones de la investidura de Pedro Sánchez, Rafael Simancas y Adriana Lastra celebraron un encuentro con Oskar Matute, Gorka Elejabarrieta y Mertxe Aizpurua que aspiró a consagrar la homologación de EH Bildu con el resto de partidos políticos. Así lo celebró el diario ‘Gara’, que no dudó en interpretar la cita como el final de la segregación de la formación liderada por Arnaldo Otegi. En mayo de 2020, el logo de EH Bildu apareció junto al del PSOE y el de Unidas Podemos en un acuerdo relativo a la derogación de la
EL GOBIERNO Y LA IRRELEVANCIA DE SU REFORMA LABORAL
El entusiasmo del Gobierno con el impacto de su reforma laboral se ha venido abajo estrepitosamente, al menos en lo que concierne a los números que se presentan a Bruselas. Si el año pasado se le decía a la Comisión Europea que la reforma de la vicepresidenta Yolanda Díaz iba a generar un incremento de la ocupación de un 4,8 por ciento (unos 960.000 empleos adicionareforma laboral que apenas habría de durar. A las pocas horas, desde Ferraz se aclaró que el punto primero del pacto quedaba anulado, pero la relación entre las formaciones se mantuvo. En septiembre de ese mismo año Pedro Sánchez expresó un pésame público desde la tribuna del Senado por el suicidio del preso Igor González Sola. Al mes siguiente, Bildu y el PSOE firmaron un manifiesto conjunto con ERC, Junts per Catalunya, la CUP, PNV, BNG, Más País y Compromís. El texto paradójicamente se pronunciaba en defensa de la democracia. El buen entendimiento entre los socialistas y los ‘abertzales’ quedó finalmente rubricado el pasado mes de abril, momento en el que el Gobierno delegó la comunicación del acuerdo de la ley de Vivienda en manos de ERC y EH Bildu.
Recordemos que Pablo Iglesias expresó con claridad su intención de que Bildu formara parte de la dirección del Estado, incluso sin que mediara una solicitud de perdón y la restitución del daño causado. En apenas cuatro años, el Partido Socialista ha optado por equiparar a Bildu a los demás partidos democráticos a pesar de que los de Otegi están todavía lejos de haber recorrido la transición política exigible para ser considerados como una opción enteramente democrática. La inclusión en las listas de personas condenadas por terrorismo elimina esa posibilidad pero muy probablemente no será la última etapa de la complicidad establecida con los socialistas. Hasta la fecha fue Bildu quien apoyó al PSOE pero, después de las próximas elecciones, ciudades como Vitoria o Pamplona, o diputaciones como la de Guipúzcoa y hasta un centenar de municipios podrían acabar en manos de la izquierda ‘abertzale’ si se cumple la máxima que elevó a Pedro Sánchez a la Secretaría General de su partido y que señala que es mejor coaligarse con cualquier izquierda, sin importar su condición extrema, antes que establecer pacto alguno con la más moderada de las opciones de signo contrario. les) gracias a las medidas que limitaban la contratación temporal y favorecían la conversión a fijos discontinuos, ahora se considera que el impacto será de apenas un 0,2 por ciento (40.000 ocupados más), es decir, 23 veces menos que lo que se ha proclamado. La rectificación está contenida en la actualización del Programa Nacional de Reformas remitido a finales de abril y resulta sorprendente por la envergadura de la corrección. Esto significa que el propio Ejecutivo admite en Bruselas que el empleo que se está creando no es tanto mérito de Sánchez, Díaz, Escrivá o Calviño, sino de la reforma laboral de Fátima Báñez en 2012.