El reloj de Sevilla
Los candidatos deben cumplir sus promesas en cuatro años igual que en el debate de ayer desgranaban sus propuestas en cuatro minutos
LO mejor del debate que acogió anoche la Casa de ABC fue comprobar, aunque fuese por dos efímeras horas, que Sevilla puede funcionar como un reloj. Fue un gustazo ver a los políticos que van a gestionar durante los próximos cuatro años someterse a las exigencias del cronómetro, respetando religiosamente los plazos comprometidos. El gran triunfador del debate fue el reloj, porque todos los candidatos, de izquierda y derecha, lo aceptaron como el eje vertebrador de la noche, aunque fuese por imperativo legal y por la implacable fiscalización de Roberto Arrocha. Qué diferente sería esta ciudad si tras la campaña electoral, durante los cuatro años de mandato, los políticos siguieran respetando religiosamente los compromisos con las manecillas. Si hubiesen adaptado sus promesas a los cuatro años de legislatura de la misma manera que adaptaron anoche sus propuestas a los cuatro minutos concedidos, Sevilla sería ahora una capital mucho más moderna y pujante.
Pero ni una gaviota hace verano, ni el cronómetro de 7TV se trasladará al próximo mandato municipal. Porque el reloj de Sevilla no marca segundos como el de anoche, sino décadas. Cualquier proyecto relevante que aborda el Ayuntamiento tiene dos alternativas: frustrarse o perderse en la noche de los tiempos, porque la ejecución de un proyecto se dilata hasta la desesperación. La renovación de Sevilla se mueve al ritmo de las placas tectónicas: la plaza de la Encarnación estuvo cuarenta años de mercado provisional; el solar del Equipo Quirúrgico lleva esperando desde 2008 el edificio sanitario que iba a construirse en un año; la SE-40 lleva dos décadas de obras y todavía no se sabe ni cómo se cerrará; el metro lleva esperando una nueva línea desde 2009; el mercado de la Puerta de la Carne lleva un cuarto de siglo cerrado; la conexión del aeropuerto con la estación de Santa Justa quedó pendiente en los fastos del 92 y todavía estamos esperando...
Yo votaré al candidato que incorpore a su equipo al tipo que manejaba anoche el cronómetro de 7TV. El Ayuntamiento no necesita nuevas delegaciones ni aparatos telemáticos, sino un reloj en cada área y un árbitro que recuerde al responsable correspondiente el tiempo que le queda hasta las elecciones. Las promesas deben cumplirse con el mismo rigor con el que los candidatos desgranaban ayer sus propuestas sin saltarse ni un segundo en el tiempo pactado. El problema de las campañas electorales en nuestro país es la falta de credibilidad, porque hasta el ciudadano más crédulo percibe el torrente de promesas como brindis al sol que se olvidan en el momento en el que se cierran los colegios electorales. Y a quien se le agote el tiempo, que le corten el presupuesto igual que Arrocha cerraba anoche el micrófono, con arte y contundencia.