Así blanqueó el PSOE a los herederos políticos de ETA en cuatro años
▸La debilidad parlamentaria de Sánchez y la presión de Iglesias potenciaron la relación con Bildu ▸El partido de Otegi pasó de no tener relación con el socialismo a participar en el desarrollo de las leyes del Gobierno
El PSOE lleva toda la legislatura avanzando en un proceso de normalización de las relaciones políticas con Bildu, coalición que integra a Sortu, que es el heredero de Batasuna, antiguo brazo político de ETA. Desde 2018, Bildu es socio de investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Pero en 2016, dos años antes, era estomagante para el socialismo estampar los logos de PSOE y Bildu en un mismo folio. Ahora, los pactos, las fotos y las reuniones las enmarcan en una relación que el jefe del Ejecutivo presenta como positiva para España y el País Vasco.
Pero subyacen dos razones de peso que forzaron a Sánchez a apoyarse en el partido con vínculos proetarras. La primera, la necesidad del PSOE de sumar apoyos después de una victoria electoral lejos de la mayoría absoluta en 2019. La segunda, la presión del exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos Pablo Iglesias para hacer de Bildu y ERC aliados preferentes del Gobierno de coalición.
Hace unos días, en un mitin en Puertollano, Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, espetó que «con Bildu, no iría ni a la vuelta de la esquina». El contexto fue clave. Sánchez estaba allí, en plena polémica por las candidaturas de Bildu para las elecciones municipales y autonómicas del 28M.
Presentan a 44 etarras que optan a tener cargos públicos; siete de ellos con condenas cumplidas por asesinato. Moncloa y el PSOE reaccionaron tarde. Preguntado en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, hace una semana, Sánchez evitó responder. Y el mismo día la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez; la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, la tercera, Teresa Ribera, y las ministras de Justicia y Educación, Pilar Llop y Pilar Alegría, esta última también portavoz de la Ejecutiva del PSOE, escaparon de los medios.
Al día siguiente, Alegría aseguró que al PSOE no le gustan estas listas. Mientras, la presidenta socialista de Navarra, María Chivite, subrayó su «legalidad». Luego, desde la Casa Blanca, Sánchez apuntaló que «no son decentes», pero sí «legales». Y solo cuando los siete candidatos con delitos de sangre renunciaron a los cargos, Sánchez dijo que había sido «un error». Pero de los 37 etarras que siguen, no dicen nada.
La moción lo cambió todo
Bildu ha tenido influencia en leyes muy importantes del Gobierno, como la Ley de Memoria Democrática. El apoyo de sus cinco diputados solo le costó al PSOE de Sánchez comprometerse a añadir una disposición adicional para investigar las vulneraciones de derechos humanos «entre la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y el 31 de diciembre de 1983». Una época en la que ya gobernaba el socialista Felipe González.
La moción de censura del PSOE a Mariano Rajoy en 2018 lo cambió todo y la fragilidad parlamentaria del Ejecutivo de coalición cronificó esta dependencia. Desde entonces, se ha ido refinando el cambio en el discurso. La mayoría de las veces, en contra de lo que las víctimas y los familiares de las víctimas del terrorismo de ETA consideran. En 2021, los socialistas celebraron como un «paso» las palabras de Arnaldo Otegi en el décimo aniversario del fin del terrorismo de ETA. Pero las víctimas denuncian que siguen sin pedir perdón ni ayudar a esclarecer más de 800 asesinatos.
En la antesala de las elecciones municipales y autonómicas de 2015, mismo contexto que el actual, Sánchez dijo en una entrevista en Navarra Televisión lo siguiente: «Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo digo cinco o veinte veces durante la entrevista. Con Bildu no vamos a pactar». En febrero de 2016, después de las elecciones generales de diciembre, el líder del PSOE aseguró en una rueda de prensa en el Congreso lo mismo: «No, yo con Bildu no me voy a reunir».
Y en septiembre de 2016, después de la repetición electoral, el PSOE es clarísimo: «Con el único partido con el que no vamos a entablar diálogo es Bildu». Pero entonces llegó junio de 2018, cuando Sánchez presentó la moción de censura contra Mariano Rajoy.
El PSOE la sacó adelante con cuatro votos de margen respecto a la mayoría absoluta. El socialismo se centró en negociar con ERC y PNV, pero de forma indirecta se abrieron vías de comunicación muy pobres solo para testar qué opinaba Bildu. No significa nada, dijeron desde el PSOE, es solo por «higiene democrática». Pero el