Restaurante Bar Torre: una vuelta a la niñez
▸ Aquí no hay espacio para los triples saltos mortales y alardes innecesarios, elaboraciones limpias tratadas de manera tradicional
TOMATES NEGROS
El restaurante Torre es una de esas rara avis que contra viento y marea siguen existiendo en nuestro panorama hostelero. Fundado en 1952, cuenta ya con más de 70 años a sus espaldas manteniendo desde sus inicios un gran nivel de cocina. Este era uno de esos lugares que en casa visitábamos cuando nuestros padres entendían que había algún motivo de celebración, recuerdos de la infancia en los que la visita a un restaurante era un motivo de alegría y no un examen culinario.
Se encuentra ubicado en la localidad sevillana de El Viso del Alcor, en la calle Carlos Méndez. El establecimiento cuenta en su interior con una barra de uso casi exclusivo para el servicio y un gran salón de mesas bajas con distancia suficiente para tener sensación de comodidad. En el exterior, una terraza en la que se alternan mesas altas y bajas.
Su cocina es mediterránea con el producto como protagonista. Aquí no hay espacio para los triples saltos mortales y alardes innecesarios, pues trabajan elaboraciones limpias tratadas de manera tradicional. Además, este establecimiento cuenta con un servicio sorprendentemente joven, atento y con ganas de agradar.
Una carta en QR nos recibe en mesa, un formato al que le tengo algo de manía. Se me puede tildar de antiguo pero no me acostumbro a ver mesas de personas de una cierta edad peleándose con sus smartphones intentando descifrar estas cartas. Quitando este detalle, la carta está bien estructurada. Entre sus entrantes se encuentran platos tan apetecibles como unas excelentes berenjenas fritas de una fritura limpia sin una gota de aceite, cortadas muy finas y acompañadas con miel de caña. Una de esas recetas que parecen muy simples pero que en muy pocos lugares logran clavar. Continuamos con unas almejas a la marinera, molusco de buen tamaño con un buen punto de cocción, coronados con unos langostinos y una salsa bien trabada e ideal para disfrutar del buen pan que se elabora por la zona. Entre sus carnes nos decantamos por la presa ibérica 100% bellota. Un corte del cerdo ibérico del que me declaro fan y que en la mayoría de los restaurantes se empecinan en calcinar. Por suerte, aquí lo tratan correctamente con un buen punto de cocción en las brasas y flanqueado de unas patatas fritas adictivas. No nos podíamos marchar sin dar un buen repaso a su carta de postres, elaboraciones todas tradicionales y caseras entre las que nos llamó la atención su tarta de almendras, un mix entre tarta de almendras y tocino de cielo excesivamente golosa para mi gusto.
Sin duda el restaurante Torre es uno de esos establecimientos a los que parece que el tiempo no le hace mella. Siguen teniendo la misma frescura desde hace más de 40 años, que es el tiempo que lo conoce un servidor, manteniendo esas recetas tradicionales que te hacen volver a la niñez.