China contrarresta el encuentro con su cumbre de Asia Central con cinco ex repúblicas soviéticas
vas sanciones y el Reino Unido baraja prohibir sus importaciones de aluminio, cobre y níquel, otros gobiernos no se atreven a tanto para no dañar también sus propios intereses económicos. Sobre el tapete hay un paquete de sanciones al negocio de los diamantes rusos, que genera entre 4.000 y 5.000 millones de dólares. Pero estados como Bélgica, la India y Emiratos Árabes se lucran también de este comercio y se esperan sus reparos.
Consenso complicado
«Hay un debate sobre las sanciones dentro del G-7 y otro al nivel de la UE», reconoció el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una comparecencia ante la prensa. A pesar de las dificultades para alcanzar un consenso porque «cada paquete de sanciones despierta dudas sobre la unidad de la UE», recordó que «hemos tenido éxito en diez ocasiones anteriores y cada una es más difícil que la anterior».
Más allá de las declaraciones de intenciones, la primera jornada de la cumbre se completó con reuniones de trabajo y una visita al Museo de la Paz, que documenta el horror de la primera bomba atómica lanzada por EE.UU. sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial. Al término del recorrido, los dirigentes del G-7 y la UE depositaron coronas de flores en recuerdo de sus víctimas, una simbólica imagen de paz que, por desgracia, choca con la belicosidad de estos tiempos por la guerra de Ucrania.
Otro de los focos de atención de esta cumbre de Hiroshima es China, a la que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, advirtió de que el G-7 y la UE seguirán defendiendo sus valores democráticos y pidiendo el respeto de los derechos humanos y las libertades en Hong Kong, Xinjiang y Tíbet. Aunque apostó por «reducir los riesgos y la dependencia», dejó claro que era necesario «seguir colaborando con China en retos globales».
Coincidió con él el canciller alemán, Olaf Scholz, quien insistió en que «ni un solo país persigue desacoplarse de China», pero matizó que «queremos organizar las relaciones del suministro global, el comercio y las inversiones de tal modo que los riesgos no se vean incrementados por la dependencia con algún país».
Planes de Xi Jinping
Curiosamente, mientras las democracias liberales del G-7 intentaban hacer frente al autoritarismo de Pekín, el presidente Xi Jinping hacía de anfitrión en la cumbre de Asia Central celebrada en Xi’an. Además de China, a este encuentro han asistido las antiguas repúblicas soviéticas de Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, a las que Xi prometió un plan de desarrollo y modernización para potenciar sus infraestructuras y comercio.
Cada vez más enfrentada a Occidente por la regresión autoritaria de Xi Jinping, China sigue ganando peso en los países en vías de desarrollo y esta vez lo hace en un área de influencia de Rusia, muy debilitada por la guerra de Ucrania tanto económica como diplomáticamente. Aunque el contraste ideológico y escenográfico entre ambas cumbres no podía ser mayor, las dos coincidieron en la ya tradicional excursión campestre de dirigentes para plantar árboles y en las actividades lúdicas y culturales de sus parejas.
Mientras en la cumbre de Asia Central todas eran esposas, en la de Hiroshima destacaba el marido de la presidenta de la Comisión Europea, Heiko von der Leyen. Otra de las coincidencias fue en los manjares que degustaron los mandatarios de ambos encuentros. Mientras Xi Jinping agasajó a sus invitados con un banquete y una ceremonia con cientos de bailarinas ataviadas con trajes de la dinastía Tang, la primera cena oficial del G-7 ofreció hasta una docena de platos típicos de Hiroshima, como sus famosas ostras.