ABC (Sevilla)

Magnífica despedida a Harrison Ford, «listo para dejar ir a Indiana Jones»

▸ La jornada de ayer en el certamen tuvo como protagonis­ta absoluto al actor, que dice adiós al mítico personaje

- OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

Todo es muy bueno en este último Indiana Jones, salvo lo que es excelente y de prodigioso ingenio. El tiempo no maltrata a este héroe (el héroe como adversario y antagónico del superhéroe) ni tampoco a su protagonis­ta, un Harrison Ford que está viejo, y joven, y ágil, y torpe, y que le da sentido él mismo a la aventura que se cuenta, que es un alarde de ritmo, de gracia, de magia cinematogr­áfica y de máximo divertimen­to hasta que…, hasta que se eleva hasta el mismo cielo del cine y te viene a decir que de lo de atrás, lo pasado, aún está por llegar. Se sale de ver ‘Indiana Jones y el dial del destino’ con un de oreja a oreja en la sonrisa que recuerda a aquel primer Indiana Jones, cuando no podía ni sospechars­e que iba a ser eternament­e joven. «He sido bendecido con este cuerpo y agradezco que os hayáis dado cuenta», dijo divertido Ford en el encuentro con la prensa que mantuvo ayer.

Lo primero que nos muestra James Mangold, el digno sucesor de Spielberg en la serie, es a un Indiana Jones joven, en plena forma y haciendo lo que sabe hacer con un patio de butacas: ponerlo de puntillas. Como ya nada de lo que le ocurra a Indiana puede sorprender­te, aceptas enseguida a un Harrison Ford también digno en su vejez, en gayumbos y con el bate de béisbol de Clint Eastwood en ‘Gran Torino’ para enfrentars­e a ese liquidillo marrón y tan cantable de los tiempos cambian y una juventud que se ríe (¿de qué?).

Y entra en acción nada menos que Arquímedes, el del teorema, el de la palanca, el de la catapulta y el de otras ingeniería­s de tantísimo provecho hace más de dos mil años y que ahora sirven, básicament­e, para que suspendan el examen los chavales de primaria. Alrededor de la figura de Arquímedes, del enigma de su tumba y de sus reflexione­s (exageradas) sobre el tiempo se organizan las tramas de la historia, que se benefician de un respeto a lo ya contado y de una inventiva asombrosa acorde con ello.

Como es natural, el protagonis­ta absoluto es Harrison Ford, pero qué bien le roen el terreno ella, Phoebe WallerBrid­ge, un personaje y una actriz merecedora de quedarse en una historia que termina aquí, y Mads Mikkelsen, un actor tan sólido, tan serio, que hace de la villanía de su personaje un terreno apetecible, al menos en la pantalla. Y está Antonio Banderas, al que el guion sólo le da bolilla en una parte de la aventura, pero tener bolilla junto a Indiana Jones es mucho, es una bola tan grande como aquella que lo perseguía en la gruta cuando se dio a conocer.

No merece la pena insistir mucho en sus cualidades técnicas y artísticas, ni en lo bien que soluciona James Mangold los problemas e inconvenie­ntes de abordar esta aventura, ni en sus bondades coreográfi­cas, sus niveles de tensión, su desparpajo en retorcer lo verosímil y su casi codicia por entretener y divertir. Pero sí hay que insistir en lo bien que soluciona el teorema, cómo afina la cuadratura de la parábola, con Arquímedes, sí, pero también con un tono de despedida, de homenaje, al actor y a su vestimenta. «Es evidente que estoy listo para dejar ir a Indiana Jones, pero amo este personaje y lo que ha traído a mi vida. Quería ver concluir las cinco películas, completar la historia», sentenció.

Y llegó Ester Expósito

También la Sección Oficial, pero sin el compromiso de competir por la Palma de Oro, se presentaba ‘Perdidos en la noche’, una película del mexicano Amat Escalante, con mucho prestigio por hacer un tipo de cine brusco, airado, con una violencia que hace sangrar los ojos. En esta película, afloja un poco el percutor de su cámara y solo tiene algún que otro momento de choque contra el ojo cómodo, uno de ellos, sexual entre la parejita protagonis­ta y que ni siquiera llega a resultar incómodo.

El guion es del propio Escalante y narra una historia de muerte, de clase, de ambición y de venganza en el México rural en la que se va a implantar una industria minera. Tal vez ese guion hubiera necesitado un grado menos de extravagan­cia en algunas de sus tramas, y tanto el retrato de la familia poderosa como de la secta religiosa mejoraría con algo de ‘naturalina’, esa sustancia que contrarres­ta los efectos del exceso.

Hay que subrayar en la película la presencia de Ester Expósito, esa joven actriz que rompía la pantalla en ‘Venus’ y que aquí interpreta un personaje realmente poderoso, en el sentido de que lleva entre sus manos las mejores dobleces de la trama; su capacidad para absorber la mirada de la cámara, para devolverle mensajes contradict­orios e inquietant­es, le da mucha profundida­d a la historia, también modernidad y tragedia. Están muy bien el protagonis­ta, Juan Daniel García, y la incomprens­ible pareja que forman Bárbara Mori y Fernando Bonilla, con un aire en la pantalla a Arturo Vidal, ese futbolista que estuvo en

el Barça y que tenía un peinado peculiar y unas maneras en el campo como de ariete medieval.

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«Estoy listo para dejar ir a Indiana Jones. Amo este personaje y [...] quería ver concluir las cinco películas», dijo ayer Harrison Ford, en la imagen junto a Phoebe Waller-Bridge // REUTERS
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Ester Expósito deslumbró ayer en la alfombra roja de Cannes, donde presentó ‘Perdidos en la noche’ // EFE

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