ABC (Sevilla)

Christian Nodal, la estrella mexicana que busca abrirse paso en España

▸ El músico va llenando los aforos al mismo ritmo que se tatúa la piel: deprisa. Espera que, después de su concierto de esta noche en el WiZink, Madrid coree sus canciones

- LUIS YBARRA

Christian Nodal es una estrella en México, pero en España, todavía, no lo conocen. En Spotify tiene casi 20 millones de oyentes mensuales, pero la gente, por Gran Vía, sigue su curso sin regalarle una mirada cómplice de reojo, un interesant­e ejercicio para curar el ego. Saben, aun así, que alguien es: tanto el séquito que le acompaña como el rostro tatuado son dos atributos que hacen girar 180 grados el cuello de algunos transeúnte­s. Tiene 23 años, una gira por andar y canciones con Maluma, Romeo Santos, Maná, Tini y toda una ristra de esos cantantes superfamos­os que los de cuarenta para arriba no alcanzan a poner nombre. Ni muchos de veintitant­os, les confieso. Tiene, en realidad, un territorio a conquistar con una cosecha de letras de su propia autoría.

La primera vez que cantó en público ocurrió mucho antes de este estrellato en el que anda envuelto: «Primero debuté en la escuela, con cinco años. Estaba nervioso, no me sabía bien la letra y mi mamá me la soplaba. Lo siguiente fue en Tijuana, ante 8.000 personas, habiendo cantado sólo en familia y con los compañeros de clase». La primera vez que actuó en suelo español, no obstante, fue en 2017. Lo hizo junto a Bisbal en el WiZink Center, donde el 20 de mayo vuelve en solitario con las entradas agotadas desde hace semanas. Como ve, anónimo en realidad somos más usted y yo que él. «Mis referentes han sido Ariel Camacho y Joan Sebastian. Además de la música que escuché en casa, pues mis padres, tíos y hermanos son músicos y desde niño me han dado clases».

Entre sus aficiones, se resarce en obviedades: escuchar tal, compartir con los amigos... ¿Y duele tatuarse la cara?, le pregunto. «Sí, muchísimo. Tatuarse la cara duele, pero todo lo demás también». Le cuento una anécdota de un amigo que se tatuó el muslo para que los padres no le pillaran. Y le pregunto, claro, por sus padres, ya que a sus 23 años apenas le queda hueco entre el ojo y la oreja para más tinta. Entonces florece lo bajuno: «Esta es otra afición. Quiero abrir un estudio en Los Ángeles. Mi sueño es ser tatuador, de momento solo he practicado borracho con los amigos. Ellos te pueden decir que no soy bueno».

Como los viandantes de Gran Vía aún no le conocen, tal vez ‘Botella tras botella’podría servir de puerta de entrada. También ‘Adiós amor’ y ‘ No te contaron mal’. Nodal vive como se tatúa: deprisa. Por eso va llenando los aforos al mismo ritmo que la piel. Cuando se presentó en la industria, cara y butacas estaban vacías, pero ambas se fueron poblando entre desamores y andanzas. Dice, en una de sus canciones, que lo hace «p’á cubrir los besos» que le dejaron. Compone, por tanto, por la misma razón que se clava agujas en la frente, aunque espera trascender más allá de la carne.

Popularida­d Su primera vez fue con cinco años en la escuela, y la siguiente en Tijuana ante 8.000 personas

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Christian Nodal en la entrevista con ABC // TANIA SIEIRA
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