Profesión de saudade
TRAMPANTOJOS
Esta primavera hemos creado un puente con la cultura portuguesa
DICEN que los antiguos tranvías de Sevilla se llevaron a Lisboa y que subían el vértigo de las rúas con nostalgia de la calle Hernando Colón, la última que tuvo en sus adoquines la huella de los raíles. Los viajeros cuentan que los hilos sonaban a viejos violines y acordeones adormecidos.
Esta semana, desde ese repositorio de nuestra memoria que es la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, nos hemos subido a la Rúa Coelho da Rocha donde el tranvía número 18 que cogía Fernando Pessoa. Allí hemos hecho profesión de saudade impulsando un encuentro que nace para ser un clásico de nuestra primavera: las Jornadas de Letras Ibéricas, Sevilla como punto de encuentro entre la cultura portuguesa y la española. El sueño de la iberofonía.
En el Archivo de Indias tenemos el documento histórico que nos separa pero también que nos une: el Tratado de Tordesillas. Y en Sevilla, se celebraron en 1526 las bodas del emperador Carlos V con Isabel de Portugal que inauguraba la monarquía hispánica que nos mantuvo unidos-cosidos-pespunteados entre 1580 y 1640. En estas historias de ida y vuelta tenemos además a una sevillana que fue pintora lusoespañola: Josefa de Óbidos, con lienzos que nos unen en hermosa barroquidad.
En Sevilla residieron nobles exiliados de la casa de Braganza. Y a Lisboa marchaban camino del exilio los judeoconversos sevillanos perseguidos por la Inquisición. Recordamos también al médico portugués Simón de Tovar, gran amigo de Nicolás Monardes. En los jardines de ambos se plantaron por primera vez en Europa los tomates, las patatas y otras ‘rarezas’ de ultramar. Y en la Alameda evocamos al arquitecto portugués Cayetano de Acosta que levantó las columnas de los leones y esculpió la imagen de la Fama que simboliza nuestra Universidad.
Como ocurrió con ese gran temblor que también se sintió en Sevilla, nos conmueve lo que sucede en Portugal. El terremoto de 1755 derrumbó torres y campanarios, pero nos sirvió para entender esa cercanía geográfica y espiritual que nos une.