ABC (Sevilla)

Ya queda menos para el domingo

- JUAN JOSÉ BORRERO

NO NI NÁ

Las promesas de campaña se han quedado en enunciados genéricos a los que le falta todo tipo de informació­n adicional

Que ayer fuera el último lunes de campaña nos quita dos pesos de encima, porque campaña y lunes suena a demasiada carga. El cansancio comienza a hacer mella en los candidatos, lo de los electores ya hace tiempo que entró en modo hartazgo. Echamos en falta propuestas para actualizar la ley electoral a los nuevos tiempos. Por ejemplo, para recortar a la mitad los días de campaña, o para situar el inicio y final de la misma a las doce del mediodía y no por la noche, que tiene tan poco sentido como aquellas madrugadas del cierre del mercado de fichajes con el fax de Lopera echando humo. Por mi parte, aprovechar­ía además para incluir la imposibili­dad de coincidenc­ia de la fecha electoral con el Rocío para que no vuelva ocurrir como en este 2023. Y si no, al menos, para que no se vuelva a cometer el atropello de obligar a un alcalde de carretas a tener que estar el domingo de Pentecosté­s en una mesa electoral. Con lo que manda un alcalde de carretas. Seguro que habría más apoyo popular y argumentos jurídicos de inconstitu­cionalidad para evitar por ley esta desagradab­le coincidenc­ia que para cualquiera de los recursos elevados por el Estado contra la Junta de Andalucía en los últimos años.

Y de paso que prohiban a los candidatos abrazar a niños, y también a los perros, que se han convertido en nuevo reclamo electoral. Que el voto se pueda decidir por la promesa de un ‘pipicán’ dice mucho de los tiempos que corren. Cuando los candidatos se ponen a acariciar a los canes por los parques es que ya lo han dicho todo. Es tiempo perdido, porque desde lo de Juanma Moreno todo el mundo sabe que en cuestión de animales y elecciones lo que renta más es acariciar a una vaca, y nadie hace en Sevilla promesas para las vacas ni los bueyes.

Las promesas de campaña se han quedado en enunciados a los que le falta todo tipo de informació­n. Todos piden una Sevilla verde, pero no se sabe a qué verde se refieren, ¿botella? ¿limón? Tampoco aclaran cuándo ni dónde se plantarán los árboles que anuncian. Todos quieren que no se abran más pisos turísticos pero sin explicar cómo lo harán sin saltarse la ley. Los que van a arreglar el carril bici no lo querían hace años. Los que prometen bajar impuestos no dicen en qué porcentaje, y no se sabe si los que dicen que Lipasam se arregla metiendo más personal lo que proyectan es abrir una bolsa de trabajo para bisnietos de sus enchufados.

Todo se va a arreglar. Lo prometen. Ya queda menos. Ahora irán a por los indecisos, esos que esperan al último día para decidir el voto, como si aguardaran una oferta de última hora en un portal de viajes. Cuesta pensar que en esa Sevilla bonita, limpia, verde y próspera de la campaña estén seis de los quince barrios con menor renta de España y que sean los mismos que hace ocho años. Un olvido lo tiene cualquiera.

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