Sánchez exprime el Consejo de Ministros en campaña y enfada al PSOE por su sobreexposición
▸ La implicación del presidente le señala ante los territorios si su partido no logra un buen resultado
Ni un segundo que perder, ni tampoco una oportunidad. Esa parece ser la máxima de Pedro Sánchez en la recta final de una campaña en la que, pese a no ser el candidato, se ha implicado más que nunca. En cuerpo y alma.
Lo primero por la manera en que ha intensificado su presencia en los distintos territorios. Ayer estuvo en Jerez de la Frontera (Cádiz) por la mañana y en Badajoz por la tarde, junto al presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, en un acto amenazado por la lluvia justo antes de su comienzo, lo que no ahuyentó a los 6.000 simpatizantes socialistas que se dieron cita en la Alcazaba de la capital pacense. Hoy recalará en Gijón, con el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, para mitinear mañana en Madrid y cerrar la campaña el viernes en Cataluña con una doble cita, por la mañana en Tarragona y por la noche, en su último mitin, en Barcelona.
Y lo segundo, el alma, por la manera en que está exprimiendo todas las posibilidades de combate electoral que le ofrece el Boletín Oficial del Estado (BOE), un arma de la que carece su rival, Alberto Núñez Feijóo. En su ausencia, el Consejo de Ministros aprobó ayer la inyección de más de 500 millones de euros en la atención primaria del sistema sanitario y la de otros 38,5 para salud mental, dos medidas pactadas en abril con las comunidades autónomas en el Consejo Interterritorial de Salud , pero rescatadas oportunamente a pocos días de las urnas.
Igualmente, y como anunció Sánchez antes de ayer en Santander –prácticamente no ha habido mitin sin anuncio– el Gobierno dio otro empujón a la ley de paridad, cuyo anteproyecto ya se aprobó en febrero, una norma que pretende aumentar la presencia de mujeres en todos los ámbitos, desde las candidaturas políticas, con las listas cremallera, a los consejos de administración de las empresas privadas o instituciones como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial. Sánchez afirmó en Badajoz que en el sector público ha habido en materia de incorporación de la mujer «un avance sustantivo», pero no así, remarcó, «en el privado».
Si esta semana ha estado centrada en los anuncios sobre sanidad, con la vista puesta en el combate electoral en la Comunidad de Madrid frente a Isabel Díaz Ayuso, una de las presidentas populares más señaladas en los discurso del jefe del Ejecutivo, la primera semana de campaña fue pródiga en medidas para los más mayores, singularmente el cine a 2 euros un día a la semana, que Sánchez anunció en Puertollano (Ciudad Real), precisamente en una de las comunidades autónomas, Castilla-La Mancha, más envejecidas de España.
Ni un día sin mitin
La sobreexposición de Sánchez, quien ha hecho al menos un mitin por día salvo el primero de campaña, que le sorprendió en Washington, con motivo de su primera entrevista en la Casa Blanca con Joe Biden, y el pasado viernes, cuando aplazó su acto en Badajoz por el incendio en Las Hurdes extremeñas, provoca algunos recelos internos y, desde luego, le señala de cara al resultado del próximo domingo.
No podrá eludir su responsabilidad, ni derivarla a los candidatos regionales y locales, en caso de batacazo o que no se cumplan las expectativas.
Y, de la misma manera, quienes han defendido las siglas socialistas para proyectos autonómicos o municipales sí estarán legitimados para pensar que, con una presencia más discreta del secretario general y de las acciones de su Gobierno, sus propias candidaturas habrían tenido más realce. A nadie se le escapa que el comportamiento de Sánchez para este 28M no es ajeno a las elecciones generales de final de año, en las que se juega revalidar su mandato.
Las sensaciones en la caravana presidencial son buenas, sobre todo una vez dejada atrás la gran piedra en el camino de la campaña, que no ha sido otra que la polémica por la presencia de etarras en las listas de Bildu. Un asunto que pilló a contrapié al Ejecutivo, que en los primeros momentos trató en vano de adoptar un perfil bajo ante su socio, aunque finalmente se sumó a la condena de las candidaturas, sin por ello dejar de tender la mano para futuros acuerdos al antiguo brazo político de ETA.
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