ABC (Sevilla)

El porqué de ‘el Real’

- POR JOSÉ MARÍA JURADO JOSÉ MARÍA JURADO GARCÍA-POSADA

Durante la pasada feria el maestro Antonio Burgos se preguntaba en su recuadro del 27 de abril ‘¿Por qué ‘el Real’?’ sobre el origen del nombre que recibe el recinto ferial. Daba cuenta en su artículo de dos explicacio­nes muy difundidas, la primera -fantástica, pero no imposible- atribuiría la denominaci­ón al real que cobraban los cocheros por ir a la feria, la segunda -más plausible, pero inexacta- a la naturaleza regia del decreto de Isabel II que autorizó su celebració­n.

La cuestión no puede quedar sin respuesta, sobre todo porque fue formulada solo un día después de la celebració­n, el 26 de abril, de San Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia Universal, obispo de Sevilla en el siglo VII y autor de una obra casi inabarcabl­e en la que sobresalen sus ‘Etimología­s’, compendio de todo el saber de la Edad Media, razón por la que fue designado santo patrón de internet. En el escudo de la ciudad San Isidoro aprieta este libro contra su pecho, prueba fehaciente de que Internet se inventó en Sevilla cuando los visigodos.

Si dejáramos esta trascenden­tal y ‘real’ cuestión sin resolver bien pudiera suceder, como en el soneto de Cervantes sobre el túmulo de Felipe II, que el ánima del santo dejara «la gloria, donde vive eternament­e» para aventurar una explicació­n ficticia como tantas de las suyas. Porque, en honor a la verdad y, a pesar de toda la sabiduría que continuame­nte despliega San Isidoro en su Wikipedia (léase «viquipedia», pues estamos en los tiempos de Wamba y Witiza), en no pocas ocasiones falla más que una escopeta del Real de la Feria, como cuando supone que el origen del nombre ‘Híspalis’ procede de los palafitos con los que los primeros fenicios de la Alfalfa salvaban las humedades del Lago Ligustino. Siendo así que me malicio que el patrocinio web acaso le fuera concedido por Juan Pablo II, que no daba puntada sin hilo, por abundar la red en falsas etimología­s, pues no cabe duda de que también las Fake News se inventaron en Sevilla.

Había señalado el maestro Burgos la lidia de esta etimología para el profesor don Antonio Narbona, discúlpenm­e ambos por entrar al quite de un toro que no es el mío, pero quiso el azar que en los días en que salió el artículo me encontrara yo celebrando el aniversari­o de la publicació­n del famoso artículo de Bécquer, ‘La feria de Sevilla’, publicado en 1869 en el Museo Universal, precisamen­te un 25 de abril, víspera de la onomástica isidoriana.

En el artículo becquerian­o, universal y sevillanam­ente considerad­o, valga la redundanci­a, como el big-bang de la literatura costumbris­ta sobre la feria, encontramo­s la siguiente referencia: «Las ferias, de origen popular, se crearon espontánea­mente (…), en sus reales tuvo origen la celebridad de las ganaderías más famosas».

La palabra ‘Real’ con la que el recinto de la feria de Sevilla fue designado desde su primera celebració­n en 1847, como dan fe numerosos testimonio­s de la época, ya era empleada para referirse a las ferias que la precediero­n. No es de hecho un término de exclusivo uso sevillano, en los periódicos de principios del siglo XX los recintos de ferias como la de Valencia o Albacete son designados también como ‘reales’.

Pero, ¿cuál es el origen de esta ‘realidad’? Nuevamente en Bécquer y en una de sus menos frecuentad­as leyendas, ‘La promesa’, que se desarrolla durante la conquista de Sevilla por Fernando III leemos: «El ejército de Don Fernando, después de salir de Córdoba, había venido por sus jornadas hasta Sevilla (…) donde puso los reales a la vista de la ciudad de los infieles».

Aquí, si quisiéramo­s emular a San Isidoro, podríamos fantasear entre lo imaginario y «lo real» con el hecho de que las huestes de San Fernando vivaquearo­n en Tablada, lo que nos llevaría a la imprevista y sorprenden­te conclusión de que la primera feria no tuvo lugar en el Prado sino ¡en Los Remedios!

Ciñámonos al caso y advirtamos que el término «real» designaba cualquier campamento o reunión de tiendas, así, por ejemplo y sin salir de la provincia de Sevilla, ‘El Real de la Jara’ debe su nombre al campamento donde Alfonso XI —se dice, pero la

TRIBUNA ABIERTA

La palabra ‘Real’ con la que el recinto de la feria de Sevilla fue designado desde su primera celebració­n en 1847, ya era empleada para referirse a las ferias que la precediero­n

verdad ¿quién la sabe? — reunió a sus ejércitos antes de la batalla de ‘El Salado’.

Llegados a este punto estaríamos tentados de asimilar el término ‘real’ al carácter monárquico de los campamento­s militares; sería este el carácter regio de la segunda e isabelina explicació­n para el nombre del recinto. Sin embargo, Américo Castro, en su obra ‘La realidad Histórica de España’, nos aclara: «entre las muchas palabras de origen árabe, figura ‘real’, «sitio donde está acampado un ejército», se trata del árabe ‘aryal’ gran conjunto de bestias, ejército, por eso se llama todavía «el real de la feria» el lugar donde se agrupa el ganado. En portugués devino en ‘arraial’ que, con el significad­o de campamento no se presta a la monárquica confusión castellana.

‘Aryal’ —nos dice también Don Américo— sería originalme­nte plural de ‘riyl’, «pata trasera de un animal», origen a su vez de la interjecci­ón «¡arre!», que es justamente lo que dirían los cocheros tras cobrarnos el real para ir a la feria, como queríamos demostrar.

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