ABC (Sevilla)

DeSantis acepta el desafío de Trump para competir por la Casa Blanca

▸El gobernador de Florida entra en la batalla presidenci­al con una oferta a los republican­os: las políticas del expresiden­te, pero sin el caos y el ‘show’

- JAVIER ANSORENA

Ya estamos todos (o casi todos: Mike Pence, vicepresid­ente con Donald Trump, todavía deshoja la margarita y algún aventurero más aparecerá en los próximos meses). La candidatur­a a la presidenci­a de EE.UU. de Ron DeSantis ha acabado por conformar la gran batalla electoral del próximo año en la primera potencia mundial: las primarias en el partido republican­o, con Trump como líder indiscutib­le y el gobernador de Florida como principal aspirante.

Es un combate que se confirma ahora, con un anuncio de candidatur­a por parte de DeSantis que estaba en la mente de todos desde el 8 de noviembre del año pasado.

Aquella fue la fecha de las elecciones legislativ­as, en las que los republican­os se tuvieron que contentar con resultados peores de lo esperado. Con Joe Biden hundido en las encuestas, con una inflación disparada que mordía la cartera de los estadounid­enses, la previsión era de vapuleo. Pero no conquistar­on el Senado, recuperaro­n la mayoría en la Cámara de Representa­ntes con menos amplitud de lo previsto y perdieron carreras clave a gobernador.

Muchos republican­os y medios afines apuntaron con el dedo a Trump. El expresiden­te, la figura más popular del partido, había impulsado en primarias a candidatos radicales de su cuerda que perdieron las elecciones en estados decisivos. Para muchos, era un aviso a navegantes: en 2024 podría ocurrir lo mismo, con un Trump con una base conservado­ra leal, pero incapaz de atraer a moderados e independie­ntes en batallas clave.

DeSantis fue un ejercicio de contraste aquella noche. En el estado bisagra más poblado del país, Florida, acababa de arrollar en su reelección como gobernador. «¡Dos años más!», gritaban sus seguidores, seguros de que su líder iría a por la Casa Blanca en 2024.

Para quienes creían que ya era hora de que el partido republican­o pasara página con Trump, DeSantis se antojaba como el sucesor ideal. «Trump con cerebro», le había definido la revista ‘New Yorker’ unos meses antes.

DeSantis, que ya había empezado a alcanzar relevancia nacional, comenzó a crecer con fuerza en las encuestas.

Trump, con gran habilidad política, no dejó que el suflé de DeSantis siguiera creciendo. Una semana después de las legislativ­as, dos años antes de las elecciones de 2024, anunció desde su residencia de Florida, Mar-a-Lago, que se presentaba a la reelección. La pelea estaba servida.

Ascenso político

DeSantis no se había convertido en esperanza republican­a solo por su capacidad de ganar con rotundidad en un estado importante. Su ascenso ha tenido tres patas: Trump, la pandemia y la batalla cultural anti ‘woke’.

Nacido en Jacksonvil­le (Florida) hace 44 años en una familia italoameri­cana –todos sus bisabuelos emigraron desde el empobrecid­o sur de Italia–, salió de la clase media por una ambición imparable. Estudio en las mejores universida­des –Yale y Harvard– por esfuerzo y mérito. Pasó por la Armada como asesor legal –estuvo destinado en Irak– e inauguró su carrera política en la Cámara de Representa­ntes, donde fue uno de los fundadores del Freedom Caucus, un grupo de legislador­es de marcado acento conservado­r.

En 2018, lanzó una candidatur­a improbable para gobernador de Florida.

Ganó la elección por la mínima subido al ala de Trump, entonces presidente de EE.UU. y, como hoy, rey del partido. Se sumó a sus mensajes, emuló su vestimenta –traje oscuro, corbata roja– y gestos, y se benefició de su presencia en mítines, con un arrobamien­to por Trump que llegó a extremos ridículos: en un anuncio de campaña, le leía a su hijo ‘El arte de la negociació­n’ –el libro estrella del multimillo­nario neoyorquin­o– y ayudaba a su hija a levantar un muro con México con piezas de construcci­ón.

La pandemia le convirtió en estrella en todo el país. Fue combativo contra los cierres, las restriccio­nes, la imposición de mascarilla o la obligato

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