El autor más internacional de las letras niponas, y el menos japonés
INFLUIDO POR LA CULTURA OCCIDENTAL
Eterno candidato al Nobel, Haruki Murakami es el más internacional de los escritores nipones, pero seguramente también el menos japonés. Esta es la primera muestra de que las paradojas son constantes en su obra, elevada ya a la categoría de clásico de la posmodernidad por sus ‘best seller’ de culto. Vende libros con la misma profusión con que cosecha galardones internacionales como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka o, ahora, el Princesa de Asturias, pero el Nobel se le sigue resistiendo. Todo ello pese a que ha llegado a decir que no quiere premios porque «eso significa que estás acabado».
Otra contradicción tan grande como galardonar a quien se define como «un tío normal que de un día para otro comenzó a escribir». En su universo literario, Murakami combina de forma kafkiana la realidad y la fantasía a la hora de narrar, con humor y desparpajo, los traumas de personajes solitarios incapaces de adaptarse a la sociedad, todo un alegato de rebeldía en un país tan formalista y gregario como Japón.
Influido por la música y la cultura pop occidental, sus novelas tienen un ritmo endiablado. Al igual que en el jazz que tanto le gusta, para Murakami «el teclado del ordenador es como un piano», e improvisa sobre él. Bebe también del cine y la televisión, en definitiva, de la cultura contemporánea que le lleva a declararse un forofo de series como ‘Perdidos’ o ‘Twin Peaks’. Además, ha traducido del inglés al japonés a sus autores favoritos, como Truman Capote, John Irving o Paul Theroux, y ha escarbado en la realidad más dolorosa de su país con su colección de relatos cortos sobre el terremoto de Kobe o con su libro de entrevistas a las víctimas del atentado con gas sarín en el metro de Tokio.
Junto a la literatura, su otra pasión tardía son los maratones porque, a su juicio, correr «es una actividad muy parecida a la de escribir una novela: ambas son de larga distancia. [...] Si eres un genio, como Mozart o Pushkin, puedes llevar cualquier tipo de vida y escribir; pero, si no, hay que correr, amigo». Y es que Murakami es el más internacional de los escritores nipones, pero probablemente también el menos japonés porque, al igual que los personajes de sus novelas, a veces se ha sentido «un extranjero en su propio país».