ABC (Sevilla)

El autor más internacio­nal de las letras niponas, y el menos japonés

- PABLO M. DÍEZ

INFLUIDO POR LA CULTURA OCCIDENTAL

Eterno candidato al Nobel, Haruki Murakami es el más internacio­nal de los escritores nipones, pero segurament­e también el menos japonés. Esta es la primera muestra de que las paradojas son constantes en su obra, elevada ya a la categoría de clásico de la posmoderni­dad por sus ‘best seller’ de culto. Vende libros con la misma profusión con que cosecha galardones internacio­nales como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka o, ahora, el Princesa de Asturias, pero el Nobel se le sigue resistiend­o. Todo ello pese a que ha llegado a decir que no quiere premios porque «eso significa que estás acabado».

Otra contradicc­ión tan grande como galardonar a quien se define como «un tío normal que de un día para otro comenzó a escribir». En su universo literario, Murakami combina de forma kafkiana la realidad y la fantasía a la hora de narrar, con humor y desparpajo, los traumas de personajes solitarios incapaces de adaptarse a la sociedad, todo un alegato de rebeldía en un país tan formalista y gregario como Japón.

Influido por la música y la cultura pop occidental, sus novelas tienen un ritmo endiablado. Al igual que en el jazz que tanto le gusta, para Murakami «el teclado del ordenador es como un piano», e improvisa sobre él. Bebe también del cine y la televisión, en definitiva, de la cultura contemporá­nea que le lleva a declararse un forofo de series como ‘Perdidos’ o ‘Twin Peaks’. Además, ha traducido del inglés al japonés a sus autores favoritos, como Truman Capote, John Irving o Paul Theroux, y ha escarbado en la realidad más dolorosa de su país con su colección de relatos cortos sobre el terremoto de Kobe o con su libro de entrevista­s a las víctimas del atentado con gas sarín en el metro de Tokio.

Junto a la literatura, su otra pasión tardía son los maratones porque, a su juicio, correr «es una actividad muy parecida a la de escribir una novela: ambas son de larga distancia. [...] Si eres un genio, como Mozart o Pushkin, puedes llevar cualquier tipo de vida y escribir; pero, si no, hay que correr, amigo». Y es que Murakami es el más internacio­nal de los escritores nipones, pero probableme­nte también el menos japonés porque, al igual que los personajes de sus novelas, a veces se ha sentido «un extranjero en su propio país».

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