El Betis pide a gritos el veraneo 0
▸Agridulce pasaporte europeo de los de Pellegrini, con muestras claras de fatiga y cayendo ante un pragmático Getafe
Que el Betis es un club con enormes peculiaridades está fuera de toda duda. Contradictorio casi por definición, y sin casi, anoche logró un hito sin precedentes, la tercera clasificación consecutiva para torneos europeos, perdiendo un partido en casa contra un equipo en puesto de descenso que estaba agonizante y, además, gracias a que su eterno rival no pudo ganar en Elche al colista. El Sevilla ya no lo puede alcanzar, de modo que los de Heliópolis van a acabar la campaña por delante de su archienemigo y entre los siete primeros de la tabla. Ya se verá si en Europa League o si en el séptimo escalón, que da plaza para la Conference League, pero el pasaporte continental es un hecho. Y lo es dentro de la elefantiásica contradicción que supone hacerlo de la manera en la que lo ha hecho. En pleno frenazo pero por la velocidad que ya traía. Con la que le llega justo. Justo. No más. Sólo el Betis puede hacerlo así, está claro. Perdiendo y tras un tropiezo de su vecino, convertido en perseguidor desde hace bien poco tras su resurrección.
Los de Manuel Pellegrini han asomado a la recta final de la temporada agotados, fundidos, sin fuerza física pero tampoco mental, pidiendo a gritos el veraneo, las chanclas, el daikiri en Baleares y resetear la cabeza. Porque desde hace ya varios meses no funciona en lo que hasta ahora era su mayor seña de identidad, el juego de ataque. NoFekir, noparty. Y ayer, ni siquiera el defensivo. Un golazo de un ultradefensivo Getafe a la salida de un córner bastó para apuntillar el choque y dejar cara de tonto a un Betis que se supone que debe celebrar su pase a competición europea, pero que da muestras de haber cruzado la línea de su meta particular arrastrándose, deshidratado y exhausto por la larga carrera de esta extraña temporada. Habrá que quedarse con el dato, el pase, el bombo de Nyon y la pasta gansa. Ya se verá cuánta.
El domingo habrá que dilucidar si es posible seguir sextos o no. Para haberlo atado ya, contra un equipo en descenso y en el Villamarín, pensó el Ingeniero en refrescar al equipo —algo que no logró ni por asomo— siendo fiel a sus rotaciones y dando entrada de nuevo con Willian José en punta en vez de Borja Iglesias, Juanmi en el once titular y Aitor en el flanco derecho de la defensa. Por ese centro del ataque quedó Ayoze para que Juanmi y Canales se situaran en las bandas, el cántabro a pie cambiado. Todo un clásico. Había que variar planteamientos anteriores para buscar esa frescura de ideas, aunque ante un Getafe que está jugándose la vida y que por naturaleza es el mayor exponente del catenaccio hispano, la misión no parecía precisamente un paseo. Tampoco es que el Betis de esta primavera ayude, precisamente.
Su arranque de partido, de hecho, recordó al habitual últimamente, con frialdad, sin aparente tensión competitiva y fallando en su teórica mayor virtud, el manejo de balón. El único peligro se generaba con los movimientos de Canales, acosado por Djené, al que Bordalás colocó de vigilante de seguridad en la zona ancha. Sin apenas espacio y sin
El de Heliópolis es un club siempre paradójico: logra la clasificación continental después de perder y por el empate de su eterno rival
éxito alguno para romper la potente presión azulona, el fútbol verdiblanco era lento y sin profundidad. Sólo con disparos lejanos, como el zambombazo de Aitor en el minuto 29, conseguía el cuadro local hacer trabajar a Soria. Muy ordenado, con ayudas permanentes y mejor en lo físico, los madrileños maniataron a su oponente. Faltaba conexión entre defensa y ataque albiverdes porque en esa faceta la posibilidad casi exclusiva parecía la de Canales bajando a buscar la pelota lejísimos de puerta. Si no era así, pelotazos de los dos centra