Un ‘indie’ en la Sevilla eterna
Los complejos no son, precisamente, uno de los pecados de Antonio Muñoz. Lo vive todo con absoluta naturalidad y sólo es ortodoxo para la tapa de ensaladilla, nunca servida en bolas
AAntonio Muñoz (La Rinonada, Sevilla, 1959) le gusta pregonar con el ejemplo. Le ha declarado la guerra al coche privado y suele ir a pie al Ayuntamiento o a cualquier acto cuando el reloj se lo permite. Dice que el casco histórico no se ha convertido en un parque temático y por eso sigue viviendo en la Alameda. Que lo moderno no rivaliza con las tradiciones y que se puede presentar un plan de promoción turística por la mañana y coger la vara de una cofradía detrás de una imagen por la tarde.
La Sevilla dual es su bandera desde que fue investido alcalde hace casi un año y medio. Prometió entonces gobernar sin complejos y lo ha mantenido. Es una máxima en su gestión y en su vida. Lo admitió en aquel discurso de toma de posesión a la que llegó acompañado de Fernando, su pareja, con el que convive desde hace más de dos décadas. En medio del protocolo enconsertado, con las autoridades civiles, militares y eclesiásticas pendientes de su palabra, confesó que era feliz. Y así se muestra en el día a día, hasta cuando tiene que dar explicaciones a críticas ciudadanas o de la oposición.
El ejemplo lo tuvo siempre en casa. Su padre, un albañil de La Rinconada, emigró a Cataluña para conseguir unos ahorros con los que montar una empresa de construcción que permitió a la familia vivir con más holgura. Ese proyecto lo hizo realidad en Fuengirola, donde pasó su niñez, en una especie de oasis de color en medio de la España gris. La vuelta al pueblo supuso un revés en todos los sentidos, primero por la pérdida de su madre con sólo 42 años y después por la falta de oportunidades.
La Universidad le abrió nuevas puertas. Escogió Ciencias Económicas y Empresariales y fue entonces cuando le nacieron dos de sus vocaciones: el cine y la política. En este año y medio corto como alcalde se ha sobrepuesto a la fama de ‘modernito’ y de ‘cultureta’ que venía cultivando desde el mandato anterior. Se ha metido de lleno en el mundo de las cofradías, en el del arte sacro, y hasta en el de las asociaciones vecinales. Lo que todavía no domina es el baile por sevillanas, cuando se arranca es todo corazón.