La pelma de Cate
VIVIMOS COMO SUIZOS
La medida de prohibir vuelos por trenes de dos horas y media es tan pomposa como Macron
QUÉ revolucionarias las mujeres descalzándose en Cannes, donde hay un código de vestimenta más estricto que en el colegio cardenalicio. Cate Blanchet se descalzó el otro día para llamar la atención sobre las iraníes. «Me voy a quitar los tacones en honor de las mujeres de Irán. Para apuñalar con el tacón a todos los que se interponen en el camino de los derechos de las mujeres», dijo mientras presentaba a la artista francoiraní Zahra Ebrahimi. Nada original. No había empezado a emitirse en España ‘Gandía Shore’ cuando supimos que una concursante trató de clavar el tacón del zapato en la garganta de otra chica con la que se peleó en una discoteca. Lo de Cate es de boquilla. Su penúltimo rosaparkismo es repetir vestido. Su estilista explicó que la decisión «es un punto de inflexión porque demuestra que una masa crítica es consciente de que el cambio es necesario». Tete, que es un mensaje de sostenibilidad. Amárrame los pavos.
Claro, que peor es lo Macron. Ya se ha aprobado del todo la prohibición de vuelos que puedan ser sustituidos por viajes en tren de dos horas y media. La medida es tan pomposa como el propio Macron.
Según Aviación Civil, el sector aéreo genera un 2% de las emisiones de efecto invernadero en todo el mundo. Pero está en la diana de ecologistas y políticos que ignoran que las operaciones aéreas son ahora un 70% más eficientes y que el modelo de desarrollo es menos contaminante. Y la medida francesa no afecta a las rutas a y desde el aeropuerto Charles De Gaulle porque allí se mantienen como parte del hub. No se ven afectados los vuelos de conexión aunque sean cortos.
Cate Blanchett se convirtió hace unos años en adalid del cascarrabismo indumentario. Cuando las mujeres se cabrearon por el hecho de que les preguntaran por el vestido en las alfombras rojas. Robin Wright las mandó a pastar: «A nosotras nos paran porque llevamos una pieza de un diseñador. Estás aquí para vender. Te hacen un favor y tú se lo hace dándoles publicidad». Ojalá Robin Wright matando gente como en ‘House of Cards’. Con veneno o con tacones.