La instauración de una hegemonía continental
Bajo el brazo de la temporada 2013-14 llegó la primera UEFA Europa League. Y fue sin duda el inicio de una época triunfal para un Sevilla de Unai Emery que logró tres copas seguidas, algo que nadie ha conseguido aún en la historia. Venció al Benfica por 4-2 en los penaltis tras empatar en el tiempo reglamentario (0-0), pero es que la singladura tuvo grandes momentos para los blanquirrojos, que derrotaron al Betis, su eterno rival, en unos penaltis inolvidables. Todavía quedaba aliento para vivir el gol de Mbia en Mestalla en aquellas semifinales antes de que llegase Turín, casualmente, antesala de la presente final en Budapest.
La cuarta Europa League de las vitrinas sevillistas fue ya la constatación total de que un año más el cielo estaba al alcance. Otra vez. Nuevamente Emery, y ante el Dnipro, el Sevilla amarró su cuarta copa con Banega, Gameiro y Krychowiak. La sede de la final fue Varsovia, donde Bacca hizo campeón al equipo que lo catapultó al estrellato de los estrellatos (2-3). Como colofón, el Sevilla de Emery todavía tuvo tiempo para, tras caer de la Champions, doblegar a todo un Liverpool en St. Jakob Park (1-3), con futbolistas como Escudero o N’Zonzi, en otro torneo para el recuerdo, que fue el quinto. Penúltimo entorchado antes de lograr la sexta Europa League de su historia con Lopetegui en la finalísima de Colonia. Batió el Sevilla al Inter de Milán (3-2) en la 2019-20 con nombres que suenan a historia reciente del sevillismo: Bono, Koundé o Fernando. Y esa colosal chilena de Diego Carlos.