Sánchez compromete a Von der Leyen con su última iniciativa europea contra Israel
▸ Obliga a la presidenta de la Comisión con un asunto que divide en la UE antes de anunciar si opta a repetir
Una carta como la que han enviado esta semana los gobiernos de España e Irlanda a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tenía asegurada la atención de los medios en Bruselas, a la vista de la dramática situación que se está viviendo en la franja de Gaza. Pero en medios diplomáticos europeos ha sido recibida con cierto escepticismo, teniendo en cuenta que una iniciativa de este tipo no había sido previamente sometida a una somera consulta con la propia Comisión, a la que va dirigida, y que ahora la presidenta del Ejecutivo comunitario se encuentra en una situación muy incómoda.
En efecto, la primera consecuencia de la carta que firman Pedro Sánchez y su colega irlandés, Leo Varadkar, es que obliga a Von der Leyen a tomar posición en un asunto envenenado porque divide prácticamente por la mitad al conjunto de los gobiernos de los países miembros de la UE. Si hace caso a la carta de Sánchez, la presidenta de la Comisión se arriesga a meterse en un campo de minas precisamente en los días en los que se espera que anuncie si desea proponerse para un segundo mandato. Y, si la ignora, también.
La carta era tan inesperada que, antes de responder a los periodistas sobre sus características, los portavoces de la Comisión tuvieron que acudir al servicio jurídico para que los expertos definieran el camino que propone. Lo que los gobiernos de Irlanda y España le piden a la presidenta de la Comisión es que le encargue al servicio diplomático europeo –es decir, a Josep Borrell– que emita un informe sobre si Israel esta o no respetando sus compromisos en materia de derechos humanos tal como están recogidos en el tratado de asociación con la UE. Y que, en caso de que el informe concluya que existe una violación de estas reglas, le proponga al Consejo Europeo, formado por los Estados miembros, que suspendan su aplicación. Habitualmente, una iniciativa de este tipo debería haberse adoptado al revés, una vez que se ha constatado que hay una mayoría clara entre los distintos gobiernos nacionales y entonces se le envía a la Comisión para que elabore una iniciativa que pueda contentar a todos.
Fuentes diplomáticas españolas acabaron reconociendo ayer que, en realidad, el objetivo de la carta era sobre todo «mover el avispero» para provocar el debate, puesto que no se veía una consecuencia directa de esta iniciativa a corto plazo. A escala europea, altos funcionarios del Servicio de Acción Exterior reconocían que no saben siquiera si el tema será suscitado por otros países en la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de este lunes, cuyo orden del día no incluye ningún punto específico sobre la carta. En todo caso, hasta ayer mismo ningún otro Gobierno europeo ha querido sumarse públicamente a esta petición promovida por Pedro Sánchez, lo cual es ya un indicador muy evidente.
Unanimidad imposible
De acuerdo con la versión de la diplomacia europea, existe un precedente en el que se suspendió el tratado de asociación. Esta medida ya se aplicó en el caso del régimen sirio en los momentos más desgarradores de la guerra civil, cuando la dictadura aplastó las protestas de los opositores. Entonces no fue difícil encontrar la unanimidad necesaria para tomar una decisión de este tipo, algo que en estos momentos parece absolutamente imposible teniendo en cuenta lo divididos que están los socios europeos. También hablan de la
posibilidad de que la propuesta pueda ser una suspensión parcial limitada a la parte comercial del acuerdo, algo que solo requiere la aprobación de una mayoría cualificada, pero que es probablemente mucho más difícil de adoptar habida cuenta del tipo de relaciones económicas que tienen muchos países con los israelíes. Pero ponerse abiertamente en la posición de no hacer nada ante la dramática situación que se vive en Gaza tampoco es una situación cómoda para ninguna institución europea, incluida la Comisión.
Para Von der Leyen, el problema es que la semana que viene tiene previsto participar en Berlín en una reunión de su partido, la Unión Democristiana (CDU, miembro del PP Europeo) para anunciar formalmente su candidatura a la reelección, de modo que los populares la puedan proclamar como su candidata en las elecciones europeas de junio, en una convención que se celebrará a primeros de marzo en Bucarest (Rumanía). Hay que tener en cuenta que, de todos modos, la decisión de si continuará o no como presidenta de la Comisión depende en última instancia de los países miembros, cuyos gobiernos han de ratificar el nombramiento. Y también de una mayoría en el nuevo Parlamento Europeo. En ambas instancias, entrar en la cuestión de Gaza por un camino que ella misma no había previsto, probablemente no le ayudará en absoluto a cimentar un consenso sobre su candidatura a encabezar otros cinco años el Ejecutivo comunitario.
En este sentido y para alivio de la alemana, Sánchez ha dicho varias veces que, si se presenta a un segundo mandato, apoyaría a Von der Leyen cuando llegue el momento, aunque en su día maniobró para que el puesto fuera para el holandés Frans Timermanns, ya retirado de la política europea. Y hasta las elecciones de junio todavía falta mucho tiempo.
Fuentes diplomáticas españolas reconocen que, en realidad, el objetivo de la carta es sobre todo «mover el avispero»