ABC (Sevilla)

«Shakespear­e habría elegido a Juan Carlos I como personaje»

▸Els Joglars presentan en Madrid ‘El Rey que fue’, una sátira sobre el Monarca, al que encarna Ramón Fontseré, y dirigida por Boadella

- Albert Boadella Dramaturgo JULIO BRAVO MADRID

El cartel de ‘El Rey que fue’ no deja lugar a dudas: muestra una corona colgando del colmillos de un elefante. No hay que ser muy perspicaz para adivinar que el Rey al que se refiere el título es Juan Carlos I; tampoco para predecir, teniendo en cuenta que es un montaje de Els Joglars, con dramaturgi­a y dirección de Albert Boadella, que se trata de una comedia salpicada de vitriolo.

La mano derecha de Boadella –y actual director de Els Joglars–, Ramón Fontseré, encarna a este Juan Carlos cuyas luces y sombras, asegura Boadella, «están equilibrad­as». «Sin Ramón probableme­nte no lo hubiera hecho. Es importante contar con alguien que sea capaz de penetrar en su personalid­ad, y Ramón es un actor que posee físicament­e a los personajes que encarna. Tiene un poder extraordin­ario de absorción del personaje: lo hizo con Pujol, con Dalí, con Franco... Y ahora con Juan Carlos».

‘El Rey que fue’ sitúa a Don Juan Carlos en un lujoso velero en nuestros días; para mitigar su nostalgia de España ha decidido celebrar una fiesta durante la cual preparará una paella para sus invitados. Junto a Fontseré (con el que no trabajaba desde hace una década), interviene­n en la obra Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Javier Villena, Martí Salvat y Bruno López-Linares.

Dice Albert Boadella que llevaba mucho tiempo con la idea de llevar la historia de Juan Carlos I a las tablas. «Tiene una parte satírica y al mismo tiempo un lado shakespear­iano. Las cosas que le han sucedido son increíbles; yo creo que Shakespear­e, antes que a sus Reyes, hubiera elegido a Juan Carlos I como personaje, Un hombre que siendo niño mata a su hermano, pero no lo mata; que vive veintisiet­e años al lado de un dictador mientras su propio padre –al que finalmente le quita la corona– le utiliza como una pelota de ping-pong; un Rey que tiene el poder absoluto, como Luis XIV, durante diecisiete meses, y que después se lo entrega al pueblo español; que termina en el exilio... Yo creo que había que entrar en esta historia».

La historia de Juan Carlos I está, dice Albert Boadella, llena de luces y de sombras. «Lo hemos visto arriba del todo y ahora lo hemos visto abajo del todo. Celebramos que permitiera las primeras elecciones democrátic­as, su intervenci­ón en el 23F... Y todos nos hemos quedado consternad­os con estos comportami­entos tan poco cívicos, tan poco responsabl­es. Un Monarca forma parte del género humano, y puede llegar a entenderse como tal... Pero el problema es que lo ha hecho de forma muy visible».

Cree el dramaturgo que la obra presenta equilibrio entre las luces y las sombras. «Yo hago que él se defienda, que defienda su posición; que explique lo que significa el terrible peso de una dinastía. Desde el primer día en que tuvo uso de razón ya estaba condenado a mantenerla y, por tanto, su vida estaba programada. No nos damos cuenta de lo que supone, pero cuando uno piensa un poco... Es una cosa muy seria. Hay otras cosas de las que no se defiende porque no tiene defensa; ha aprovechad­o la impunidad que le da su posición».

Sostiene Albert Boadella una teoría: «Juan Carlos I es un Rey, podría decirse, del ‘Ancien Régime’, y eso es lo que le diferencia del resto de los Reyes de Europa. Es un Rey más parecido a Carlos III que a Carlos de Inglaterra. Una parte de él está en el mundo de estos Reyes del pasado, casi en su genética, que tenían un poder muy potente y que se permitían cosas que ahora no son permisible­s. Creo que no se ha adaptado a los tiempos presentes».

El creador de Els Joglars cree que hay gente, como Zapatero o Pedro Sánchez, que «se alegró muchísimo de ciertas cosas que han sucedido; en la situación política que vivimos, el paso que les falta es convocar un referéndum de Monarquía o República, y estaban esperando cualquier desliz, cualquier motivo; pero se han encontrado con el actual Rey, que aguanta muy bien el tipo y que tiene una magnífica imagen, con lo cual lo tienen más difícil. A algunos, incluso, no les debió de gustar nada que Juan Carlos I abdicara».

Retrato libre

Albert Boadella está alejado, dice, de esas intencione­s. «Yo soy un hombre de teatro y trabajo con absoluta libertad. Hago un retrato de un hombre, de un Rey, con la mayor justicia posible y donde ofrezco también ese lado humanístic­o y su empatía, que ha sido muy importante en su vida».

En estos momentos, ¿es mejor para España la Monarquía o la República? Boadella es tajante. «La Monarquía, sin duda. Somos muchos los españoles que pensamos lo que hubiera pasado sin ella; habríamos tenido una serie de presidente­s que... En fin, a mí se me ponen los pelos de punta. Piense en Sánchez... si hubiera sido jefe de Estado, eso son palabras mayores».

«No olvidemos –continúa Boadella– que un presidente de la República, finalmente, siempre tiene una tendencia política, y un Rey no. No sabemos los pensamient­os políticos que tienen Juan Carlos I y Felipe VI, más allá de su respeto a la Constituci­ón; pero no sabemos si son de derechas o de izquierdas. Y eso da una sensación de seguridad, de que representa­n a la totalidad de los españoles. El presidente de la República de Francia, en el fondo, representa únicamente a una parte de los franceses, no a todos. Ni De Gaulle, que era el más popular de todos, lo hizo».

No ha habido autocensur­a, aseve

ra Boadella, en la escritura de la obra. «La única que puedo haber tenido, y de manera inconscien­te, es por mi relación con él. He hablado mucho con Juan Carlos I, incluso en privado, y siento mucha simpatía por él. Pero por encima de todo soy un ciudadano español y tengo que dirigirme al público; y el público no soy solamente yo».

¿Cree Albert Boadella que Juan Carlos I se lo pasaría bien viendo la obra, que le gustaría? «Algunas partes sí –responde seguro–; en algunas partes incluso se reiría... Otras partes no le gustarían y creo que le harían sentir violento. Es muy difícil verse reflejado en el teatro con las luces y las sombras, yo no lo resistiría. El teatro es terrible, un ritual muchísimo más violento».

La obra presenta de forma muy transparen­te la soledad de su protagonis­ta. «Todos los personajes que han estado en la cima y caen, lo hacen de manera brutal, espantosa. Los que estamos en un segundo plano lo tenemos más fácil. Nadie desea esas caídas en picado y claro, producen lástima».

Música de ñi-ñi-ñi-ñi

El cuarteto de Franz Schubert ‘La muerte y la doncella’ atraviesa toda la obra. ¿Tiene algún significad­o o simplement­e es una música que a Boadella le gusta? «Es –ríe abiertamen­te– una culminació­n del tipo de música que él en la obra llama ‘de ñi-ñi-ñi-ñi’, la música de cámara. Es un juego gracioso que hago en la obra, porque él, antes, reclama para la fiesta a Los del Río…» Desmiente el dramaturgo que al Rey no le guste la música clásica. «Cuando monté ‘Don Carlo’ en El Escorial vino a ver la ópera; le tuve sentado al lado, y me decía que esa música sí le gustaba, y no la del ñiñi-ñi-ñi».

En ‘El Rey que fue’, la paella que va a preparar Juan Carlos I es un elemento fundamenta­l, y se presenta como símbolo de España. «No recuerdo quién me contó que en una ocasión hizo una paella en Abu Dabi y se enfadó muchísimo porque no había azafrán. ¡En el país del azafrán! Eso está reflejado en la obra. La paella significa muchas cosas, es un plato nacional. Sale muy mal, por cierto, pero nos permite un juego teatral… Y además el público la huele. El Infanta Isabel va a oler a paella por todos lados», ríe a carcajadas.

Quedan un par de cuestiones más. ¿Cree que Juan Carlos I merece acabar sus días como está terminándo­los ahora? «No –dice tajante Boadella–; tiene que volver a España. Juan Carlos I no puede morir en el exilio. Sería algo, incluso, muy comprometi­do para la actual Monarquía. Ese conflicto hay que resolverlo de la mejor manera posible y cuanto antes, mejor».

Concluye el dramaturgo con el convencimi­ento de que la Historia levantará el pulgar a la hora de juzgar a Juan Carlos I. «La Historia le recordará como el hombre que trajo a España la democracia y las libertades. Luego se hablará de que fue un Rey pícaro, al que le gustaba la picaresca en todos los sentidos; un hombre al que le volvían loco, casi de una forma patológica, las mujeres; hablarán de sus cuestiones económicas y con los impuestos... Pero la Historia pasará por encima de estos asuntos y destacará que él devolvió las libertades a los españoles».

Historia «La historia recordará a Juan Carlos I como el hombre que trajo la democracia a España» Exilio «El Rey Juan Carlos no puede morir en el exilio, hay que resolver ya ese conflicto»

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IGNACIO GIL
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// ELS JOGLARS Dos momentos de ‘El Rey que fue’, la obra que dirige Albert Boadella y protagoniz­a Ramón Fontseré

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