ABC (Sevilla)

Sevillana del adiós

El PSOE debe asumir que perdió la caseta como perdimos al abuelo. Cualquier otra opción sería un agravio

- MANUEL CONTRERAS

ESTE año es la primera vez que la Feria llega antes que la Semana Santa en Sevilla. Estamos en plena Cuaresma y el público de los vía crucis no habla de la procesión ni de los preparativ­os de su hermandad, sino del real. Del real berenjenal en el que se ha metido el PSOE con el asunto de su caseta, una cuestión convertida en cuestión de Estado para los rectores del socialismo sevillano, que temen que la militancia les corra a gorrazos desde Sánchez Mejías a Costillare­s si pisan este año el albero. El notición de que el PSOE se quedaba sin caseta corrió como la pólvora porque es la recreación de una de las pesadillas más autóctonas de la ciudad; en la cultura sevillana, el ‘deadline’ del pago de la caseta o la papeleta de sitio supone la cita con un apocalipsi­s que hay que esquivar anualmente.

Pero si reprobable es el error en la tramitació­n del abono de la tasa, mucho más lamentable es la actitud que ha adoptado el partido, que está gestionand­o el problema como si estuviese en la barra de la propia caseta. Primero pidió al Ayuntamien­to trato de favor, lo que supone un ejercicio despótico y un desprecio hacia los ¿centenares, miles? de sevillanos que se han quedado sin caseta por circunstan­cias similares. Si el gobierno municipal del PP hubiera mirado para otro lado y permitido la regulariza­ción de la caseta del PSOE fuera de plazo se habría graduado en primero de corrupción y enviado un lamentable mensaje a los ciudadanos: no somos capaces de entenderno­s para aprobar los presupuest­os pero mirad qué rápido conectamos para hacer trampas.

El segundo episodio es aún más patético. Como no se solucionab­a el problema, a los socialista­s no se les ocurre otra cosa que desvelar que ellos ya cometieron la ilegalidad de permitir el pago de una caseta fuera de plazo y no pasó nada. Y no fue con la caseta de Cáritas o la de Andex, sino con la de Mercasevil­la, toma castaña, el mejor ejemplo hispalense de gestión corrupta, mangazo marisquero y enchufismo EREtico, sin hache. A ver si al final va a resultar que la amnistía de los amiguetes no la inventó el gobierno de Pedro Sánchez, sino el de Juan Espadas. Las revelacion­es de hoy en ABC sobre el reparto de casetas a dedo y sin respetar a lista de espera termina de dibujar un panorama de lo más provechoso para el PSOE local.

La gestión del asunto es tan esperpénti­ca que cuesta creer que no responda a alguna modalidad de fuego amigo. Estas cosas tienen un impacto demoledor en Sevilla, y la estrategia socialista va a lograr erosionar a Antonio Muñoz, a Espadas o a ambos, que pueden terminar en la calle del infierno electoral. El PSOE debe asumir que perdió la caseta como perdimos al abuelo, porque cualquier otra solución sería un agravio para centenares de casos similares y podría generar una catarata de reclamacio­nes. Como siga removiendo el barro, el daño para el partido va a ser mucho mayor que el de la propia pérdida de la caseta. Este año tocan las sevillanas del adiós, qué le vamos a hacer.

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