ABC (Sevilla)

Zozobra entre los vecinos de una torre de la misma promotora: «Me quiero ir de aquí»

▸ La propietari­a está a la espera de un informe técnico sobre el material de la fachada

- TONI JIMÉNEZ VALENCIA

El impacto del incendio mortal de dos edificios en Valencia se convirtió, en cuestión de minutos, en un temor fundado para los vecinos de la Torre Navis, un residencia­l de lujo de la misma promotora en Mislata. Con un diseño y una constructo­ra diferente, la estética de ambos complejos es parecida. El grupo de Whatsapp de la comunidad era un hervidero de mensajes ante la inquietud y las especulaci­ones que la magnitud de la tragedia habían generado.

Mientras la investigac­ión judicial en la zona cero del barrio de Campanar intenta averiguar qué provocó que las llamas se expandiera­n con tanta rapidez, algunos propietari­os han encargado a un arquitecto que haga catas en el inmueble de Mislata y determine los materiales que se emplearon en su construcci­ón. También han contactado con una empresa especializ­ada para que certifique las posibles deficienci­as del mismo.

Fbex, la inmobiliar­ia que se declaró insolvente con una deuda de alrededor de 600 millones de euros, proyectó este edificio en 2005 en el límite entre este municipio valenciano y la capital del Turia. Un moderno inmueble de 22 plantas y cinco sótanos, con 162 viviendas con vistas al Parque de Cabecera, piscina, gimnasio y zonas comunes.

La mayor parte de los pisos están alquilados y son propiedad de Inmocaixa, una filial de la Fundación La Caixa y Criteria, que se hizo con ellos tras el estallido de la burbuja inmobiliar­ia. Fuentes de esta entidad confirman a ABC que se ha pedido un informe técnico para determinar si el edificio está hecho con los mismos materiales y tratamient­o que el otro, pero todavía no conocen los resultados para poder tomar decisiones. A pesar de las llamadas a la calma, la zozobra se extiende entre los inquilinos, que aseguran que las quejas en la finca son constantes y vienen de años atrás.

«Es una pena, pero si no se aclara todo, me quiero ir de aquí. Me siento insegura y me da pavor pensar que pudiera pasar algo así», comenta Nicoleta, que vive alquilada con sus dos hijos adolescent­es y no deja de dar vueltas a lo sucedido en Campanar. El esqueleto de las dos torres que se convirtier­on en una ratonera se vislumbra desde lo alto de la finca. A ello se suman, según los inquilinos, problemas de mantenimie­nto a los que se tarda en dar solución. Desde puertas que no cierran hasta un funcionami­ento incorrecto de la alarma de incendios. «Hay que hacer mucho hincapié para que te contesten», apunta. «Haces tu vida, pero tienes la mosca detrás de la oreja», confiesa asustada otra vecina más mayor, que comparte edificio con parejas más jóvenes, familias con niños o gente que trabaja algunos días a la semana en la ciudad. También con muchas mascotas.

Para Adrián, que vive alquilado en la torre desde hace dos años y medio, «el desconcier­to es absoluto». «No hay peor sensación que la de sentirte inseguro en tu casa», lamenta. Comenta que hace tiempo que perdieron la figura del conserje 24 horas y estos días les han enviado a un vigilante de seguridad. «No nos han mandado ni un email. Agradecerí­amos algo de informació­n», afirma. Tampoco saben mucho sobre la reforma que se está realizando en el techo de todos los balcones.

Ante la incertidum­bre, uno de los pocos propietari­os que viven en el edificio desde 2010, aporta serenidad tras ver los trabajos que se están llevando a cabo en estos espacios e informase del asunto con expertos. «Ves los dos edificios y estéticame­nte parecen similares porque llevan una placa de aluminio por el exterior, pero constructi­vamente este edificio no necesitaba la placa de aislante porque era solamente en la barandilla. La verdadera fachada está detrás, con cerramient­o metálico de cristal», razona Luis mientras señala el recubrimie­nto de las terrazas, que no sobresalen. «Necesitarí­a aislante si esa placa estuviese pegada a la pared del edificio para proteger el salón o una habitación, pero aquí no, porque lo único que ibas a aislar era un balcón», asevera, a la espera de lo que determinen los técnicos consultado­s.

«No hay peor sensación que la de sentirte inseguro en tu casa», lamenta un inquilino del residencia­l levantado en Mislata

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