Victoria invencible en los Terceros
DE LA MISA LA MEDIA
Templo: Iglesia de los Terceros (calle Sol). Fecha: 25 de febrero. Hora: 12. Asistencia: fieles de pie, unas 250 personas. Presidencia: Juan Antonio Carrera Páramo SSP. Exorno: altar de función con más de ochenta cirios y claveles rosas. Música: escolanía María Auxiliadora
La hermandad de la Cena aprovechó la función principal de instituto a la Virgen del Subterráneo para homenajear a quienes este año cumplen cincuenta años como hermanos, los mismos que la salida procesional del Cristo de la Humildad y Paciencia, recuperada el 7 de abril de 1974 desde los Terceros. Medio siglo es un tiempo destacado en la vida de una hermandad, ¡no digamos ya en la de una persona!
Pero el motete a cuatro voces ‘ Vere languores nostros’ de Tomás Luis de Victoria que sonó en la comunión ha cumplido ya los 450 años y sigue tan lozano. La música no envejece nunca, porque es un arte vivo que se actualiza con cada interpretación como la que sirvió la escolanía de los salesianos. Qué bien sonó, cada vez más entonados conforme avanzaba la misa.
Su solemnidad y prestancia –un deleite el
‘Ave verum corpus’ de William Byrd– es imbatible cuando se quiere elevar el espíritu. Porque de eso se trata, y entonces saltas por encima de pequeños detalles de melindroso (o no): el sagrario con la puerta abierta antes de empezar la misa, la ostentación del Evangeliario por alguien que no viste como diácono, las flores para el altar cuando no es domingo de Laetare…
Me consta que la hermandad prepara con mimo la eucaristía, incluso dejando en cada banco una hojita (‘Eucharistia. El día del Señor en los Terceros’) con las lecturas de la Palabra de ese domingo. Y realmente se vivió con unción la misa, más de lo acostumbrado para tales ocasiones principales.
El director espiritual, el paulino Juan Antonio Carrera, centró su homilía en dos actitudes: la escucha y la obediencia. Condujo en un cuarto de hora a la asamblea por tres montes: el Tabor, el Calvario y el de los Olivos más el de Moria donde se iba a llevar a cabo el sacrificio de Isaac. «Necesitamos retirarnos al Tabor de la capilla sacramental, delante del Señor y de nuestras imágenes titulares, para contemplar cara a cara la luz resplandeciente para seguir escuchando la voz de Dios y de su madre», dejó dicho.