ABC (Sevilla)

La Cata: vinos y mucho más

▸ Una opción redonda para rematar un aria o una verónica de las cercanas maestranza­s

- MENTAPICAD­A

TOMATES NEGROS

En una de esas callejuela­s entre el teatro Maestranza y la Real Maestranza, abrió hace poco tiempo un local destinado a disfrutar de vinos pero que poco a poco ha ido construyen­do una oferta culinaria reseñable. El espacio está cuidado, y pese a ser pequeño le han sacado un gran partido. El servicio también acompaña. Aparte de ser agradables, saben cuándo tienen que estar y cuando no, y no ser ni invasivos ni descuidado­s.

La visita debe comenzar por elegir un buen vino de los muchos que ofrecen, todos por copa y con atención especial a Cádiz y Ronda. La carta, igual que los vinos, se puede probar casi en su totalidad en formato tapas, con la excepción del apartado ‘para sibaritas’ donde aparecen tres o cuatro platos de más calado.

Empezamos hoy con unas papitas bravas con toque de curry. Las patatas están cortadas con piel y a rodajas y están acompañada­s de dos salsas, además del curry y de piparra. Magníficas, aunque acaban con la primera copa de vino.

Una ensaladill­a de alcachofas con atún y palitos destaca por sí sola en la mesa, un invento maravillos­o para los ensaladill­eros. Por el contrario, tenemos con las tostas una sensación agridulce: la de albacora muy buena pero basto el pan y no bien ligado con rodaja tomate. Y en cambio la de ventresca de atún, es deliciosa. Y en un guiño más a Cádiz, su tosta de chicharrón es sobresalie­nte —materia prima y preparació­n—.

Lo siguiente en venir a la mesa es un taco de atún rojo - rojísimo - , que es una propuesta fuera de carta, con cebolla morada cortada, rábano laminado, tomate, aguacate y lechuga. Y bien acompañado de batata frita. Salvo que se va la mano con la cebolla el resultado es agradabilí­simo.

El steak tartar de retinto y con yema al amontillad­o es algo suave para nosotros y se nos queda en un plato sabroso pero no redondo.

Terminamos con una tarta de queso con frutos rojos, trozos de galleta y caramelo. Es de esos postres que no puedes dejar de comer.

La Cata, en definitiva, es un espacio recoleto, con buena atención y comida —y mejor bebida— que hacen de él un sitio perfecto para cenar de una manera informal tras un espectácul­o operístico o una corrida en las cercanas ‘maestranza­s’.

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